Desde el 30 de Julio hasta el 2 de Agosto, 2019
Lo poco que sabíamos de Montenegro o Crna Gora, como se llama formalmente, es que es uno de los países más pequeños de la antigua Yugoslavia, que está sobre el Adriático, entre Croacia y Albania y que su destino más popular es la preciosa bahía de Kotor, que según dicen, más que una bahía en sí, es un profundo fiordo ¡sí, en el Mediterráneo! También sabíamos que su puesto turístico estrella es el pueblo de Kotor, pero más allá de ciertos tecnicismos, como por ejemplo dónde está ubicado el país, o cual es su capital, poco más sabíamos. Incluso desconocíamos que Montenegro usa como moneda el Euro.
Por la mañana Baošići, el lugar donde habíamos pasado la noche, lucía muchísimo mejor, había más visibilidad, el cielo estaba azul y parecía que por fin volvía el buen clima. No íbamos a permanecer en ese sitio mucho tiempo. Buscábamos una playa, pero esa era demasiado urbana. Tampoco nos apetecía meternos en el lío de tráfico y de turistas del pueblo de Kotor, que sabemos que junto a la croata Dubrovnik están por demás de masificadas y a veces nos cuesta ser cómplices de ese fenómeno.
Decidimos seguir recorriendo la costa y para evitar la zona más urbana cruzamos en ferry hacia la otra orilla. Allí nos detuvimos en un supermercado a hacer algunas compras y no tardamos en darnos cuenta de que la geografía de la costa montenegrina es muy escarpada y las pocas playas o calas accesibles están ocupadas por pueblos o urbanizaciones turísticas.
Por suerte, en un rincón entre Sutomore y el puerto de Bar, encontramos un bosque que funcionaba como un gran aparcamiento natural junto a unas calas a las que se podía acceder desde allí mismo.
Tan natural era que las dos calas eran nudistas y totalmente vírgenes, contrarrestando bastante con lo urbano del paisaje que veníamos viendo hasta ahora. La parte negativa era que como en todos los lugares públicos había demasiada basura, y eso le quitaba encanto, pero encontramos un rincón más o menos limpio y con buena sombra, así que al fin nos instalamos.
Disfrutamos todo el día en una de las calas que forman una pequeña península y luego, investigando un poco, descubrimos unas ruinas de un antiguo monasterio o fortaleza. La pequeña península con sus dos calas se llama FKK Beach, y pertenecen al municipio de Ratac.
La noche, a pesar del movimiento de algunos coches y algunas parejas que iban y venían, la pasamos muy tranquilos y por la mañana volvimos a la playa, pero esta vez nos bañamos en la otra cala ya que a esas horas el mar estaba más calmo allí y prácticamente estuvimos solos todo el tiempo.
A media mañana dejamos el mar, subimos una buena pendiente por la E80 que va dirección Podgorica, la capital del país, y pasamos un largo túnel de moderna construcción en el que se paga peaje y que nos recordó a los noruegos por su tipo de construcción.
También cruzamos el gran lago Skadarsko Jezero, que nos decepcionó un poco ya que nos lo imaginábamos más pintoresco, desde allí en poco tiempo ya estábamos en la pequeña ciudad capital del país.
Podgorica es una pequeña ciudad de menos de 200.000 habitantes y generalmente no se la considera como un destino turístico. Estacionamos justo en el centro y nos entretuvimos bastante tiempo caminando por todos lados sin ningún destino en particular, incluso no llegamos a conocer la catedral, que es de las pocas cosas que normalmente la gente destaca de la ciudad, pero nos gustó la tranquilidad y su ambiente relajado de pueblo, también fue curioso ver sus casitas bajas con techo a dos aguas contrastando con bloques grises de aspecto derruido y unos pocos edificios oficiales sin demasiado atractivo que ofrecer. Preguntamos en la oficina de información al turismo sobre otros destinos interesantes en el país, sin embargo la persona que nos atendió no sabía demasiado, es más, parecía que todos los que estaban allí estaban para ocupar puestos políticos o algo así.
Luego de almorzar en la terraza de un restaurante del centro volvimos a buscar a Furgo, cruzamos el Puente del Milenio, uno de las postales típicas de la ciudad, y nos dirigimos hacia el norte, en dirección a Nikšić, pero nos desviamos antes por una sinuosa y escarpada carretera cuya pendiente parecía que no terminaba nunca hasta el monasterio de Ostrog.
Este monasterio, está construido sobre la ladera de una montaña en una localización por demás de complicada y es un importantísimo centro de peregrinaje para los cristianos ortodoxos ya que en el mismo se encuentran los restos, aparentemente incorruptos, de San Basilio de Ostrog, atrayendo gente de todos lados a rezarle, pedirle, agradecerle favores y esperar milagros.
Descansamos en el aparcamiento del lugar casi una hora y luego subimos caminando los últimos metros hacia el monasterio. A pesar de lo inaccesible del lugar justo delante del mismo hay una gran explanada donde había familias de peregrinos acampando y todo parecía preparado para grandes multitudes. Sin tener mucha idea de lo sagrado del lugar, seguimos despreocupadamente hacia la cripta a la cual se llega por un estrecho pasillo custodiado por monjes. En un segundo, sin saber muy bien como, nos encontramos un una pequeñísima cueva en la que cabíamos sólo un puñado de personas y un viejo y barbudo monje custodio. El lugar, aparte de tétrico y oscuro por estar iluminado sólo por unas velas, estaba cubierto de frescos que no pudimos observar ya que también allí estaba el cuerpo del santo y se suponía que si éramos peregrinos tendríamos que estar tan emocionados como las personas que nos precedían, rezar una oración rápida y tocar al capa que lo cubría. Nosotros sólo atinamos a intentar observar asombrados el entorno en los poquísimos segundos en los que nos permitieron nuestra visita a la cripta y salir de allí algo confundidos.
Más aliviados, seguimos recorriendo el monasterio y subimos a los pisos superiores por unas estrechas escaleras. Desde allí hay muy buenas vistas de todo el valle. Y las paredes del monasterio están decoradas con mosaicos y frescos muy bonitos. Nos encontramos con otros españoles que también estaban conociendo el interior de Montenegro y hablamos con un serbio que venía de peregrinaje que nos contó la importancia del lugar y también que era muy normal que la gente tenga reacciones paranormales o milagrosas de lo más variadas, extrañas o extravagantes al visitar la cripta. No vamos a contar (al menos aquí) lo que nos pasó a nosotros...
Después de la "experiencia religiosa" en el monasterio de Ostrog, bajamos al valle y nos incorporamos a la carretera con destino a Nikšić.
Llegando a la ciudad donde se fabrica la cerveza nacional montenegrina, un policía en la carretera nos dió la señal de alto, esgrimiendo un radar de mano, pero apenas se percató de nuestra matrícula española nos hizo señas para que sigamos camino, tampoco veníamos excedidos de velocidad, suponemos que quizás quería sólo un soborno o quien sabe si San Basilio, efectivamente, había intercedido por nosotros.
Llegando a la ciudad donde se fabrica la cerveza nacional montenegrina, un policía en la carretera nos dió la señal de alto, esgrimiendo un radar de mano, pero apenas se percató de nuestra matrícula española nos hizo señas para que sigamos camino, tampoco veníamos excedidos de velocidad, suponemos que quizás quería sólo un soborno o quien sabe si San Basilio, efectivamente, había intercedido por nosotros.
Como se estaba haciendo tarde no entramos en Nikšić, pero nos dirigimos a un punto que vimos en el mapa entre los lagos que están cerca de la ciudad. Slanko Jezero y Jezero Krupac son dos lagos artificiales cerca de Nikšić y que parecen destinados a generar energía eléctrica, mas allá de las funciones de reserva de agua. Tuvimos suerte porque el lugar que habíamos elegido estaba muy bien para pasar la noche, era un mirador y había una mesa para picnic. Allí también estaba aparcada una autocaravana francesa, los lugareños también eran amables y pudimos hablar un rato con ellos. Todos los que nos encontramos se mostraron muy contentos de que estemos allí. Incluso había un señor particular que por la mañana limpiaba los alrededores del mirador y al que orgullosos ayudamos a recoger plásticos y latas del suelo. La decepción vino después cuando vimos que este caballero de muy buenas intenciones pero poco criterio arrojaba la basura recogida detrás de unas rocas. Al menos le hicimos prometer que iría a pedir a las autoridades del lugar un contenedor, aunque no nos aseguró que vaya a tener una respuesta positiva de parte de ellos.
Por la mañana nos dirigimos a la ciudad y nos llevamos una muy buena impresión. Esta vez sí que entramos en la catedral ortodoxa, que es muy bonita y luego visitamos la zona central. Nikšić también es una ciudad pequeña, y nos pareció que tenía una tasa de "bares per cápita" aún más alta que España. Había bares por todos lados, en todos había gente tomando algo y todo el mundo parecía contento y relajado. Caminamos por toda la zona central, visitamos el pequeño mercado, compramos en un par de tiendas y luego imitamos a los lugareños y estuvimos bastante tiempo sentados tomando algo fresco en una terraza de la renovada plaza central. Si bien la ciudad no tiene mayor atractivo turístico, a nosotros nos gustó mucho y son estos los lugares que nos agradan, genuinos, despreocupados, sin pretensiones y que no necesitan de grandes cosas para mostrar.
Contentos por nuestra visita a Nikšić, salimos rumbo norte hacia otro de los puntos que nos habían recomendado, el Parque Nacional Durmitor del cual tampoco teníamos demasiada información sobre que ver o hacer. Lo bueno de viajar por un país tan pequeño es que se recorre todo en poco tiempo.
Llegamos al mediodía y con lluvia al Municipio de Žabljak desde donde se inician las visitas al parque. Este es uno de los destinos turísticos importantes del país y se notaba por la cantidad de gente en el pueblo. Estacionamos mal y como pudimos frente a la oficina de información turística y Malén bajó a pedir información, ya que aparentemente había dos rutas que recorrían el parque, la 1 y la 2 y queríamos que nos informasen mejor. Más allá de un mapa, no le dijeron nada que ya no supiéramos. Bajé yo a ver si tenía mejor suerte, y algo más de información pude obtener, incluso un mapa de mejor calidad, pero seguíamos igual de perdidos.
Intentamos llegar a un pequeño conjunto de lagos que hay muy cerca del pueblo y la cantidad de gente y vehículos era tal que decidimos salir huyendo del lugar.
Así, y luego de consultar en una oficina de turismo privada que organizaba excursiones y donde nos aclararon muy amablemente todas nuestras dudas, nos decidimos por el circuito 2 que rodea el parque y que en teoría necesitaba unas 5 o 6 horas para ser recorrido, cosa que a priori nos resultó extraño pero que enseguida comprobamos.
Por el camino no encontramos casi tráfico y menos mal que fue así, porque el recorrido consta de una sola mano asfaltada y no en muy buenas condiciones. Además hay tantos sitios bonitos para ver y detenerse que nos hubiéramos perdido de admirar muchos de sus rincones y paisajes.
La pequeña carretera discurre sobre la ladera de las montañas y con vistas a un profundo valle, luego en otros momentos atraviesa bosques de coníferas y robles gigantes, algún pequeño lago y algunos caseríos.
Nos preparamos nuestra comida en un mirador sobre un lago que en esa época está seco y donde hay una vertiente de agua fresquísima y deliciosa. Allí también había un guarda que nos cobró la tasa de entrada al parque, 3€ por persona.
Luego paramos a descansar en un recodo del camino, bajo unos grandes árboles, mientras esperábamos que pase un chaparrón. Cuando seguimos nuestro recorrido, al salir del bosque nos encontramos con un paisaje totalmente diferente, vegetación mínima y paisaje de alta montaña.
No dejábamos de sorprendernos por la hermosura y lo variado de los paisajes del parque nacional y disfrutamos muchísimo de recorrer lentamente la carretera.
Ya en la parte más alta del recorrido, a unos 1875msnm, después de haber pasado Pisce, encontramos un rincón perfecto para quedarnos, contemplar el paisaje desde un punto privilegiado, cenar con vistas increíbles y observar las tormentas eléctricas pasando por encima nuestro. Dormimos allí mismo, en medio de la naturaleza, en un entorno limpio y fresco, tanto que tuvimos que sacar nuestra ropa de invierno para dormir confortablemente dentro de nuestra furgo.
Contentos por nuestra visita a Nikšić, salimos rumbo norte hacia otro de los puntos que nos habían recomendado, el Parque Nacional Durmitor del cual tampoco teníamos demasiada información sobre que ver o hacer. Lo bueno de viajar por un país tan pequeño es que se recorre todo en poco tiempo.
Llegamos al mediodía y con lluvia al Municipio de Žabljak desde donde se inician las visitas al parque. Este es uno de los destinos turísticos importantes del país y se notaba por la cantidad de gente en el pueblo. Estacionamos mal y como pudimos frente a la oficina de información turística y Malén bajó a pedir información, ya que aparentemente había dos rutas que recorrían el parque, la 1 y la 2 y queríamos que nos informasen mejor. Más allá de un mapa, no le dijeron nada que ya no supiéramos. Bajé yo a ver si tenía mejor suerte, y algo más de información pude obtener, incluso un mapa de mejor calidad, pero seguíamos igual de perdidos.
Intentamos llegar a un pequeño conjunto de lagos que hay muy cerca del pueblo y la cantidad de gente y vehículos era tal que decidimos salir huyendo del lugar.
Así, y luego de consultar en una oficina de turismo privada que organizaba excursiones y donde nos aclararon muy amablemente todas nuestras dudas, nos decidimos por el circuito 2 que rodea el parque y que en teoría necesitaba unas 5 o 6 horas para ser recorrido, cosa que a priori nos resultó extraño pero que enseguida comprobamos.
Por el camino no encontramos casi tráfico y menos mal que fue así, porque el recorrido consta de una sola mano asfaltada y no en muy buenas condiciones. Además hay tantos sitios bonitos para ver y detenerse que nos hubiéramos perdido de admirar muchos de sus rincones y paisajes.
La pequeña carretera discurre sobre la ladera de las montañas y con vistas a un profundo valle, luego en otros momentos atraviesa bosques de coníferas y robles gigantes, algún pequeño lago y algunos caseríos.
Nos preparamos nuestra comida en un mirador sobre un lago que en esa época está seco y donde hay una vertiente de agua fresquísima y deliciosa. Allí también había un guarda que nos cobró la tasa de entrada al parque, 3€ por persona.
Luego paramos a descansar en un recodo del camino, bajo unos grandes árboles, mientras esperábamos que pase un chaparrón. Cuando seguimos nuestro recorrido, al salir del bosque nos encontramos con un paisaje totalmente diferente, vegetación mínima y paisaje de alta montaña.
No dejábamos de sorprendernos por la hermosura y lo variado de los paisajes del parque nacional y disfrutamos muchísimo de recorrer lentamente la carretera.
Ya en la parte más alta del recorrido, a unos 1875msnm, después de haber pasado Pisce, encontramos un rincón perfecto para quedarnos, contemplar el paisaje desde un punto privilegiado, cenar con vistas increíbles y observar las tormentas eléctricas pasando por encima nuestro. Dormimos allí mismo, en medio de la naturaleza, en un entorno limpio y fresco, tanto que tuvimos que sacar nuestra ropa de invierno para dormir confortablemente dentro de nuestra furgo.