Para estas vacaciones en Croacia, al igual que el año anterior en Grecia, decidimos que una combinación de coche y pequeños hoteles o casas de alquiler nos podrían ofrecer una buena perspectiva de una zona del país, alternando playas y descanso con visitas a lugares de interés. Elegimos la región central, ya que el norte lo habíamos visitado en un anterior viaje en furgo y el sur, por ejemplo Dubrovnik, no nos apetecía demasiado por la masificación turística que padece esa parte del país.
Volamos a Zadar haciendo escala en Berlín. La escala fue corta y el viaje combinando dos aerolíneas no nos resultó pesado. El aeropuerto de Zadar es muy pequeño y cómodo, y a pesar de que las ventanillas de migraciones se colapsan con cada vuelo, incluso la bienvenida de los agentes fue muy amable.
Para recoger el coche de alquiler estuvimos esperando alrededor de una hora... casi más que menos, y como siempre nos insistieron e intentaron meternos miedo con respecto al seguro total que nosotros habíamos contratado por nuestra cuenta. A estas alturas ya sabemos como funcionan esas cosas.
Nos alojamos en las afueras de la ciudad, muy cerca del mar en Apartman Vera, en la calle Put Klementa 7 (99€ por dos noches), aunque nos costó un poco encontrarlo ya que está en el interior de una calle. El recibimiento fue muy bueno y el apartamento estaba genial. Completísimo en cuanto a equipamiento y muy fresco. Nos acomodamos y salimos a pasear por la costa. Por esa parte no hay buenas zonas de baño, pero igual encontramos un puesto donde nos pudimos refrescar y nadar un poco.
Por la mañana nos fuimos con el coche hasta el casco antiguo de la ciudad. Nos habían comentado de un aparcamiento gratis justo antes de entrar. Tuvimos suerte con el aparcamiento así que empezamos bien.
Zadar, en la región de Dalmacia, es una ciudad muy bonita, de unos 85.000 habitantes y no tan visitada por el turismo. En determinadas partes de la ciudad aún se observan restos de edificios y murallas muy antiguos que comprueban las diferentes etapas por la que fue pasando la ciudad.
Visitamos las calles del centro, que estaban decoradas con imágenes de la selección de fútbol del país por su destacada actuación en el mundial de Rusia, la famosa iglesia prerrománica de San Donato, del siglo IX, los parques, su paseo marítimo y en especial el órgano marino, que es el símbolo de la Zadar moderna y que consiste en un ingenioso sistema de tubos y aberturas hechos de piedra blanca que con el movimiento del agua emite sonidos musicales. A pesar del sol y el calor, nos quedamos un buen rato allí con los pies en el agua disfrutando del sonido relajante y del buen ambiente del lugar.
Nos metimos luego en el mercado y compramos comida para almorzar en el apartamento.
Luego de una buena siesta, cogimos el coche y nos fuimos a recorrer hacia el norte, siguiendo por el mar. Como ya sabíamos, no hay (o casi no hay) playas de arena, generalmente los lugares de baño son de piedra o son embarcaderos y muelles, casi todos en uso, donde la gente descansa y comparte baño con las barquitas. Cruzamos el puente a la isla de Vir, pasando por una zona bastante desolada. Allí encontramos un desvío ya al atardecer hasta una cala de arena. Al estar en un sitio bastante aislado no había mucha gente, pero a su vez lamentamos que había demasiada basura dejada por los irrespetuosos de siempre.
Nos bañamos un buen rato allí y ya casi de noche tuvimos que soportar unos buenos atascos y retenciones para volver a la ciudad.
A la mañana siguiente, después del desayuno, partimos hacia la isla de Pag, también al norte de Zadar y unida por un puente al continente. Habíamos reservado una habitación en un pequeño pueblo llamado Jakisnica, casi en el extremo norte de la isla. Antes nos detuvimos en Nin, un hermoso y pequeño pueblo medieval que ocupa una pequeña isla unida por un puente romano (en ese momento estaba dañado por una riada) a tierra firme.
Nos sorprendió la geografía desértica y agreste de la zona. Justo antes de cruzar a Pag, después de pasar por el pueblo de Miletici, nos desviamos unos pocos metros de la carretera principal hasta un embarcadero o astillero aparentemente abandonado pero que tenía el agua tan clara que invitaba al baño. También era sorprendentemente profundo, y a poquísimos metros de la costa.
Estuvimos allí hasta que nos cansamos y luego cruzamos a Pag. Antes de seguir para el norte nos fuimos hacia el oeste, a Povljana, donde comimos muy bien en un restaurante, y luego volvimos hacia el norte. Seguimos sorprendidos de lo desértico del paisaje, no parece Europa o el Mediterráneo.
Dejamos atrás la ciudad de Pag, que da nombre a la isla... o viceversa. Algunos llaman a esta ciudad "La Ibiza del Adriático" por su ambiente de fiesta, discotecas y turismo joven (ya tenemos mucho de eso en Mallorca).
Llegamos justo a nuestro alojamiento para una buena siesta. Rooms Bambina (70€ por dos noches) no está en primera línea de playa y la habitación es un poco pequeña, pero nos resultó igualmente agradable. Nos recibieron muy bien y todo era muy tranquilo.
El pueblo de Jakisnica es muy pequeño, caminamos siguiendo el mar y nos quedamos a la tardecita a bañarnos y a ver una hermosa puesta de sol en unas rocas desde las cuales se podía acceder al agua que tenía una transparencia extraordinaria.
Después del desayuno nos fuimos para Lun, el pueblo más al norte de la isla y nos quedamos a pasar la mañana en una playa cercana. Volvimos a almorzar a nuestra habitación, pero antes nos fuimos hasta el embarcadero de uno de los ferries que une la isla con el continente por el Este para averiguar precios y horarios. Por la tarde volvimos una parte del camino a Pag porque habíamos visto desde la carretera una cala que parecía bonita. Nos costó un poco llegar, pero a pesar de que estábamos en plena temporada alta y que era sábado por la tarde éramos los únicos que estábamos allí. La verdad que por la forma de la cala, desde cerca no era tan impactante como se veía desde la carretera, pero a nosotros nos gustó mucho estar allí.
Al día siguiente a las 9:00hs nos subimos al ferry para cruzar a la parte continental y alejarnos del mar por unos días.