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domingo, 27 de noviembre de 2016

58 - Escandinavia. Recorriendo el reino de los Trolls.

Desde el 2 al 5 de Agosto, 2016.

Aún no podíamos creer que hubiésemos dormido en ese punto, con ese paisaje y ese fiordo a cientos de metros en picada por debajo de nosotros. Compartimos el espacio holgadamente con otros viajeros que estaban tan entusiasmados como nosotros y con los cuales hicimos una efímera amistad. Cosas de la cultura nórdica, una pareja nos obsequió con un frasco de Nescafé descafeinado que habían comprado por error... a lo cual nosotros respondimos con una lata de cerveza española.



Abandonamos nuestro dormitorio-mirador y, ya sabiendo de antemano los horarios, llegamos a tiempo a las 9:20hs para el ferry desde Nesna a Levang (168Kr, 18,50€) que tarda unos 30 minutos, desde allí bajamos por una isla de forma alargada hasta Tjotta, por una carretera escénica bordeando una cadena de montañas bajas pero bonitas que recorren la isla de extremo a extremo. Por el camino nos detuvimos en una iglesia antigua que contaba con un mirador y un museo de diseño moderno. También encontramos un cementerio dedicado a los soldados soviéticos caídos en la segunda guerra mundial en esa zona geográfica del conflicto. El lugar estaba muy bien cuidado, con monumentos e iconografía soviética, ningún símbolo religioso y mucha paz. Nos preguntábamos si los familiares de los soldados allí enterrados alguna vez pudieron visitar sus tumbas.








Llegamos a Tjotta y aprovechamos la espera para caminar por el puerto y sentarnos a tomar un poco de sol. De allí en otro ferry cruzamos a Forvik (216Kr, 23,70€) en un trayecto con paisajes muy bonitos. Cruzamos la isla  de pocos kilómetros y cogimos otro ferry más desde Andalsvagen a Horn (121Kr, 13,30€). Nuestro tercer ferry del día!






Desde allí llegamos a Bronnoysund, una ciudad muy bonita en la que entramos a la oficina de información turística y luego de encontrar un lugar no muy cómodo para cocinar nuestro almuerzo seguimos hacia Torghatten, el lugar más al sur de la isla, donde hay un camping en el cual nos queríamos duchar.




El servicio de agua estaba cortado (sí, también pasa a veces en Noruega) por lo que teníamos que esperar hasta las 18hs, hora en la que supuestamente se repondría el suministro para poder ducharnos. Muy cerca de allí comienza un sendero de una hora de recorrido hasta un lugar muy peculiar que da nombre al lugar.

Resulta que según la leyenda el troll Hestemannen estaba enamorado de la bella doncella Lekamoya, como no podía conseguirla decidió tomarla por la fuerza, ésta escapó y al ver que no la alcanzaba quiso matarla disparándole una flecha. El rey troll de Somnafjellene lanzó su sombrero al aire para detener la flecha logrando salvar a la joven. Luego el sombrero perforado fue transformado en piedra por el sol.

El resultado es una montaña con un gran hueco rectangular que la atraviesa de lado a lado. Si bien la subida es un poco empinada el lugar en sí y las vistas desde el agujero son increíbles. Esa zona de la costa está salpicada de cientos de islas e islotes pequeños y desde esa perspectiva se puede apreciar el paisaje en su máximo esplendor.







Al bajar al aparcamiento del Torghatten, en nuestra furgo, pegado al parabrisas, nos habían dejado una bolsa con una lata de cerveza y un mensaje de buenos deseos de una pareja que habíamos conocido en el camino, casualmente no eran aquellos a los que les habíamos obsequiado nosotros una cerveza. Desgraciadamente no teníamos más que los nombres y no nos volvimos a encontrar ni pudimos contactar con ellos para poder agradecerles el gesto.

Por fin había vuelto el suministro de agua al camping y por 20Kr, 2,20€ cada uno, pudimos disfrutar de una excelente ducha sin restricciones de tiempo y aprovechamos el sitio para poner un poco de orden, lavar algo de ropa y calentar agua para un buen te.

Quedaba encontrar un buen lugar para pasar la noche. Descubrimos el mejor sitio posible casi al final de un camino sin asfaltar que llevaba a unas pocas casas bastantes separadas unas de otras en un paraje que se llama Inntorget. 



El lugar era magnífico, totalmente agreste, alejado un poco de todo y rodeado de vistas impresionantes en todas direcciones y, aunque se encontraba en una posición elevada, también estaba bastante protegido de los vientos. Perfecto!




Por la mañana nos despertamos temprano, el tiempo acompañaba aunque también pasaban algunas nubes oscuras, desayunamos relajadamente y salimos a hacer una excursión por la zona, buscando nuestro camino entre rocas, grietas y vegetación. Encontramos un par de cabañas relativamente cerca de donde estábamos, pero estaban tan bien integradas en el entorno que las vimos sólo cuando estuvimos a pocos metros de distancia. Recorrimos la costa y observamos a las aves marinas. Desde allí también pudimos ver la montaña perforada donde habíamos estado la tarde anterior.





Volvimos a Bronnoysund, visitamos el pueblo, nos conectamos a internet en un supermercado e hicimos compras. Luego deshicimos algo del camino y nos desviamos hacia Vennesund, donde cruzamos en ferry hasta Holm en unos 20 minutos de trayecto (131Kr 14€). Desde allí seguimos hacia el sur. El paisaje, al principio de bosques, lagos y montañas va cambiando de a poco en extensas zonas cultivables, granjas y más presencia humana. El tiempo era bueno y montamos nuestro equipo de ducha en un bosque.






Ese día se nos hizo un poco más difícil encontrar un buen lugar para pasar la noche. Sabíamos que no íbamos a superar a los lugares anteriores y, aunque nos desviamos bastante de la carretera principal, al final terminamos durmiendo en un área de descanso justo donde termina el puente llamado Skarnsundbrua, otro de los tantos puentes altísimos y gigantes a los que ya nos tenían acostumbrados los noruegos.


Estábamos ya cerca de la ciudad de Trondheim, uno de los puntos turísticos más importantes de Noruega, a la que llegamos a media mañana. Al entrar en la ciudad ya nos dimos cuenta de que estábamos en otra etapa: habíamos dejado la parte salvaje, los parajes solitarios, los pueblos pequeños y las carreteras tranquilas y ya volvíamos a las ciudades con grandes edificios, mucho tráfico y poco sitio para estacionar.

Dimos unas cuantas vueltas por el centro hasta que encontramos un lugar donde dejar nuestra furgo. Nos sorprendió la cantidad de vehículos eléctricos e híbridos que había, a tal punto que eran un porcentaje bastante alto del parque automotor.


Varias calles del centro de la ciudad estaban cerradas por una feria de comidas y platos típicos. Había muchísima gente y buen ambiente. En todos los puestos daban muestras de sus especialidades, cosa que por supuesto aprovechamos para degustar manjares variados. Había todo tipo de preparaciones con salmón, carne de reno y de alce, también postres y delicias preparadas con frutas del bosque. Por supuesto no faltaban los puestos de hamburguesas y salchichas cocidas en abundante mantequilla.










La ciudad de Trondheim es un punto turístico que tiene bien ganada su fama. Sus edificios de colores son muy bonitos, todo está muy ordenado y cuidado y es un lugar muy recomendable para visitar.

Bien pasado el mediodía, después de hacernos una buena idea de la ciudad seguimos hasta Halsanaustan donde cruzamos el ferry hasta Kanestraum (131Kr, 14,40€) y atravesamos Kristiansund, ciudad a la que visitamos brevemente.



Poco después pasado Kristiansund comienza la famosa Carretera del Atlántico (Atlanterhavsvegen), uno de los reclamos turísticos más explotado de Noruega y fomentado hace poco por publicaciones en redes sociales, que lo describían como "la carretera más peligrosa del mundo".

Esta carretera escénica es de peaje (15€). Cruzamos el puesto de pago y a unos 20kms de allí encontramos un cartel que anunciaba "playa", bajamos un camino sin asfaltar y en uno de los miles de recovecos cerrados que tiene el mar había un pequeño puesto, con mesa, barbacoa y baño. Un entorno hermoso y justo en una pequeña playa, toda para nosotros.





La marea estaba cambiando y ya era un poco tarde por lo que no nos bañamos, pero disfrutamos muchísimo del lugar y del entorno. Otra vez sorprendidos de lo bien que está todo cuidado y mantenido, el baño perfectamente limpio y con todos los elementos de limpieza y cuidado al alcance de todos, la barbacoa con leña para empezar el fuego, realmente da gusto encontrar todo así. El respeto a los demás es una de las cosas que más impactan de los países nórdicos, y aunque suele ser un tópico es bien aplicado.

















domingo, 13 de noviembre de 2016

57 - Escandinavia. Islas Lofoten.

Desde el 30 de Julio al 1 de Agosto, 2016.

Las Lofoten, si se ven en un mapa con poco detalle, se asemejan más a una península puntiaguda que se separa de la costa que a un grupo de islas separadas por estrechos.



Nos despertamos tranquilos y contentos porque al final el mal tiempo parecía que nos iba a dar una tregua. Y nuestro siguiente destino bien merecía ser visto con un poco de sol brillante, así que a las 9:45hs partimos hacia Svolvaer, la ciudad principal del archipiélago de la que nos encontrábamos a unas 3hs de camino 



El camino entre Hastad y Svolvaer serpentea entre cadenas de montañas en las que aún quedaban restos de nieve, muchos lagos, el omnipresente mar, bosques y praderas verdes. También seguimos cruzando túneles, contamos unos 7 sólo en ese tramo, casi todos bastantes extensos, el más largo de 6, 4kms. de longitud.








Llegamos sobre el mediodía a Svolvaer, si bien es bastante turístico, también es una ciudad pequeña y muy bonita, tiene un puerto rodeado de restaurantes y  mucha vida. También estaban preparando un escenario de lo que sería un festival de verano. En todos lados había ambiente de fiesta. Suponemos que el día soleado y templado ayudaba a subir los ánimos. 








Decidimos seguir camino y nos desviamos de la ruta principal hacia el norte hasta un pueblo llamado Hov, donde intentamos encontrar un buen lugar para prepararnos el almuerzo. Al final nos quedamos al reparo de uno de los puentes que unen las islas cerca de la carretera principal.





El archipiélago de las Lofoten es famoso históricamente por su actividad de pesca y salado de bacalao. Esto es evidente en todos los puertos pesqueros de las islas, en los que los colores azul profundo del agua, las embarcaciones y las casas pintadas de vivos colores hacen un perfecto contraste con el verde y el gris de las montañas. También vimos varias calas de agua transparente y playas de arena blanca dignas de una postal caribeña o de nuestro Mar Mediterráneo, eso sí, a unos 200kms. sobre el Círculo Polar Ártico.



Al final llegamos hasta el último punto transitable de las islas, la localidad de Å, un pueblo precioso rodeado de estructuras de madera típicas de la zona donde cuelgan a secar los bacalaos. Encontramos un lugar para estacionar y recorrimos prácticamente todo el pequeño pueblo caminando. 










Como ya era bastante tarde, aunque aún con la interminable claridad estival ártica, nos pusimos a buscar un lugar donde pasar la noche. Ésto se nos hizo un poco difícil, al haber pocas carreteras y ser un lugar con mucho turismo, especialmente de autocaravanas, ciclistas y moteros, a la hora que nos pusimos a buscar parecía que todos los espacios posibles estaban ya ocupados. Al fin desviándonos de la carretera principal cerca de un pequeño pueblo llamado Sund encontramos un hueco al costado de una carretera poco transitada en la que estuvimos muy tranquilos.



A la mañana siguiente y con el tiempo amenazando con arruinarse otra vez partimos bastante tarde, pasadas las 11:20hs y seguimos hacia el este por un camino alternativo a la carretera principal que une las islas entre Nusfjord y Lyngvaer. Por tramos, esta ruta se une a la principal y en el momento que pasamos por una de esas playas preciosas que habíamos visto en el camino de ida no pudimos resistirnos: nos pusimos nuestros trajes de baño y nos metimos al agua, que como ya imaginábamos estaba helada, a tal punto que parecía que se nos clavaban miles de agujas en el cuerpo. Pablo resistió un rato sumergido y Malén sólo hasta la cintura. Luego terminamos de ducharnos en un grifo de agua potable que había en la misma playa.









Llegamos bien para coger el ferry de las 18:30hs desde Lodingen hasta Bognes, que hace el trayecto en poco más de una hora, cuesta 286Kr (31,50€) y nos ahorraba un viaje por tierra bastante importante. Desgraciadamente el buen tiempo ya era sólo un recuerdo y las nubes bajas y la llovizna persistente estaban otra vez presentes. 




Ya en Bognes y retomando la E6, luego de hacer unos cuantos kilómetros, encontramos un lugar para quedarnos en un descampado bastante sucio al costado de la carretera, pero como el tiempo estaba malo y ya estábamos muy cansados no nos pusimos muy quisquillosos al respecto.

Sistema de recolección selectiva de residuos: En la mayoría de supermercados de Escandinavia la gente lleva sus residuos separados por categorías, introduce su tarjeta de crédito y según la cantidad y tipo de residuos depositados, recibe el pago directamente en su cuenta (sí, el ciudadano recibe dinero por depositar basura reciclable).

Con la siempre presente lluvia partimos de vuelta a las 9:00hs y seguimos por la E6, ya que con poca visibilidad no era lógico internarnos en carreteras secundarias o que pareciesen escénicas. Nos detuvimos para hacer compras en un supermercado en Fauske y luego, la E6 se interna bastante tierra adentro pasando por un valle de poca vegetación y que por el clima actual parecía bastante extremo. En el momento en que la carretera circula entre dos parques nacionales nos topamos conque ya estábamos cruzando de nuevo el Círculo Polar Ártico, ésta vez en dirección sur. El clima hacía honor al lugar y estaba realmente frío, con lloviznas y nubes bajas.



En el sitio donde cruza la línea imaginaria hay un edificio de moderno diseño con tiendas de recuerdos, restaurante y centro de interpretación, así como varios monumentos exteriores donde sacarse las pertinentes fotos conmemorativas. También hay un gran parking que estaba repleto de vehículos de todo tipo, y nos sentimos un poco turistas al ser parte de la manada. Allí nos acordamos de cuando cruzamos la misma latitud hacia el norte del lado sueco, donde el monumento es sólo restos de una tienda de recuerdos abandonada y un cartel explicativo... pero estábamos absolutamente solos.






Ya bajando del valle y volviendo a la zona de bosques encontramos un área de picnic con mesas techadas donde pudimos preparar el almuerzo a pesar del mal tiempo. Es notable la calidad de estas áreas de descanso, con baños en excelente estado de conservación y limpieza y con todos los accesorios para un descanso y una estadía placentera.





Pasamos por Mo i Rana con sólo 12º de temperatura donde visitamos el centro y la oficina de información turística. Seguimos por un camino que bordea a gran altura un fiordo hasta el pequeño puerto de Nesna, pero unos 15 kilómetros antes de llegar encontramos un área de picnic ubicada en un mirador con vistas impresionantes en el cual decidimos pasar lo que quedaba de la tarde y la noche. Allí coincidimos con otros viajeros con los que estuvimos charlando un rato. Por suerte había dejado de llover y había claros de sol que nos permitieron disfrutar de un peculiar atardecer sin puesta de sol sobre el Mar de Noruega.