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lunes, 31 de octubre de 2016

56 - Escandinavia. Noruega, empezamos de norte a sur.

Desde en 26 al 29 de Julio, 2016.


Con sol y bastante viento, a las 10:20hs. comenzamos a descender por la accidentada geografía noruega. Nos desviamos de la carretera principal hacia el oeste para visitar Hammerfest, una pequeña ciudad portuaria que, con apenas pasados los 10.000 habitantes, es considerada la más septentrional del mundo. Habíamos estado en Ushuaia, Argentina, la más austral del planeta, así que visitar Hammerfest fue una forma de "unir" por tierra ambos extremos.



Hammerfest mezcla muy bien arquitectura tradicional con modernos edificios y un puerto muy ordenado con coloridas embarcaciones. Paseamos por el centro de la ciudad, visitamos tiendas y ya de vuelta  a la carretera principal nos detuvimos en un camping privado para darnos una ducha.





Habíamos descubierto ya en Suecia que los campings tenían acceso libre a sus duchas, sólo había que introducir monedas para tener agua caliente: 10Kr (aproximadamente 1,15€) dan unos 4 minutos de buena ducha.



Comimos en una de las muchas áreas de descanso y por la tarde llegamos a Alta, la ciudad más grande del norte de Noruega. Nos detuvimos en un polígono industrial a cargar combustible barato (al menos un poco más barato que las estaciones de servicio de las carreteras principales) y fuimos al centro. Nos sorprendimos de que éste sea un gran parking rodeado de centros comerciales cerrados, nos imaginábamos algo más tradicional. Luego pensándolo un poco, tiene mucho sentido, ya que con el clima extremo de esas latitudes en invierno, ese diseño urbanístico es el más cómodo para sus habitantes. El resto de la ciudad se extiende hacia todas direcciones con barrios compuestos mayoritariamente de casas unifamiliares con jardín.




Pasamos por el museo de la ciudad que queda en las afueras y al que al final no entramos, y algo más adelante encontramos un área de descanso con buenas vistas para quedarnos a pasar la noche.



Nos despertamos a las 8:30hs y después del desayuno volvimos brevemente a Alta para hacer compras en el supermercado y para ver si conseguíamos un recambio para el amortiguador de la puerta trasera de la furgo que, siendo nuevo, dejó de funcionar y nos era molesto tener que usar un pedazo de madera para sujetarlo (al final hicimos todo el resto del viaje así).



Pasamos por  un lugar llamado Sorstraumen, famoso por sus fuertes corrientes marinas, formadas por los cambios de mareas en el fiordo. Cuesta creer que lo que se ve sea el océano, las corrientes son realmente intensas.




Algo más al sur volvimos a dejar la carretera A6 para visitar la pequeña isla de Skervoy, unida al continente por un puente a través de otra isla mayor igualmente conectada. Nos acercamos a un supermercado para usar su red wifi y caminamos un rato por el pueblo que, pasado el mediodía , estaba bastante desierto. Ya regresando, en las afueras del pueblo paramos con la furgo en una pequeña área de descanso justo después de cruzar uno de los puentes donde también había otras autocaravanas que estaban cómodamente instaladas desde hacía varios días. Mientras Malén hacía su gimnasia, Pablo se entretuvo intentando pescar en las profundas aguas del fiordo.





Partimos a tiempo para llegar a las 10:50hs al ferry que une Olderdalen con Lyngseidet en 45 minutos y que, aparte de evitarnos seguir por la carretera principal, siempre más transitada, nos ahorraba unas cuantas horas de recorrido para rodear el fiordo. Las 200kr (22,30€) de los pasajes cuestan mucho menos que el tiempo y el combustible que hubiésemos gastado dando el rodeo.




Una vez "del otro lado", mirando el mapa decidimos ir hasta el extremo de la península hasta un punto llamado Nordenlagen en el que no encontramos nada interesante salvo que antes de llegar había una pequeña área de picnic. Allí comenzaba un sendero que hicimos bajo un amenazante cielo gris. Este sendero perfectamente marcado llevaba hasta una laguna preciosa desde la que se tenían maravillosas vistas a un glaciar cercano. Sólo por esa caminata valió la pena todo el rodeo.








Almorzamos en la misma área de picnic del inicio de la excursión y dándonos prisa logramos llegar a tiempo para embarcarnos en otro ferry desde Svensby hasta Breivikeidet.




Cruzamos un largo valle y bien entrada la tarde estábamos en Trömso, una ciudad muy peculiar que está situada en una isla unida por un par de puentes muy largos y altos con el continente. Trömso es un puerto muy importante, y la altura de los puentes se debe a que éstos no deben interferir con el tráfico de grandes barcos. Aparcamos en el centro, nos informamos en la oficina de turismo y dimos una vuelta por el pintoresco casco antiguo del pueblo. Luego, como queríamos aún encontrar el repuesto para la puerta trasera de la furgo y nos habían dicho que había un área comercial cerca del aeropuerto que quedaba al otro lado de la isla, le dimos instrucciones a nuestro GPS y partimos. Apenas pasado el centro de la ciudad el navegador nos introdujo en un túnel, perdiendo cobertura de satélite. Nuestra sorpresa fue que dentro del túnel también había rotondas que tenían varias salidas hacia otros túneles, todos iguales, con indicaciones de lugares que no conocíamos ...y nuestro navegador tan perdido como nosotros.  Después de usar la técnica de ir descartando posibilidades, dar vueltas y vueltas a las mismas rotondas subterráneas y de estar más tiempo de lo que nuestra paciencia permitía perdidos por el laberinto de túneles, encontramos la salida correcta y salimos aliviados a la "superficie".










Tampoco encontramos lo que buscábamos, se estaba haciendo tarde, el tiempo empeoraba y necesitábamos una ducha. El único camping de la ciudad al que llegamos pasando otros túneles, nos quería cobrar una pequeña fortuna por usar sus instalaciones y decidimos seguir camino e intentar ducharnos cuando encontremos un sitio donde acampar. 

Pusimos a nuestro confundido navegador rumbo a Sommaroy, para salir de la zona urbana. Aparte de que se nos hacía muy tarde y de que la lluvia y el viento no cesaban, se nos hacía difícil encontrar un lugar tranquilo. Al final, a orillas de un precioso lago rodeado de pequeñas montañas nevadas encontramos una explanada grande para quedarnos. Era un lugar privilegiado, salvo que no dejaba de llover, hacía  frío, viento y estábamos agotados. Nos dimos una mala ducha exterior calentando con nuestra cocina un poco del agua del depósito que llevamos en la furgo, cenamos lo que pudimos y luego intentamos descansar. 

A veces no todos son ventajas viajando con una furgoneta pequeña.  





Aún seguía el mal tiempo por la mañana, nubes bajas y lluvias intermitentes. Nos tomamos nuestro tiempo para desayunar y partimos a las 11:00hs. Teníamos planes de recorrer pequeños pueblos y recovecos en las islas, pero como no parecía que el clima mejore y el paisaje no se apreciaba, nos decantamos por seguir bajando la A6, hasta Harstad. Allí, en una publicidad de esas que vienen con los mapas de la oficina de información, anunciaban un complejo de piscinas y spa en una cueva. Aparentemente los precios eran razonables, y como nosotros necesitábamos una buena ducha y un poco de relax no lo pensamos demasiado.









Luego de cruzar otro inmenso puente arribamos a Harstad. Antes que nada encontramos el famoso balneario de la gruta, preparamos nuestro equipo y ansiosos bajamos los más de 150mts de galería subterránea hasta el spa. Éste cuenta con modernísimas instalaciones, una piscina olímpica, una piscina de olas, juegos de agua, jacuzzis, diversos chorros de agua, toboganes acuáticos, una gran sauna, gimnasio, bar y todo lo que se puede pedir y esperar de un lugar como ese. Y todo dentro de una gruta. Definitivamente a los noruegos les gustan los túneles!!


Después de un par de horas (estuvimos hasta que cerraron) de pasárnoslo de maravilla y disfrutar del agua caliente, sauna y todo lo demás, caminamos un rato por la fría realidad del exterior y como a pesar de la hora y de las nubes negras aún había claridad, abandonamos la ciudad y volvimos a la carretera donde encontramos un lugar para quedarnos al lado del muelle donde antiguamente salía el ferry que comunicaba ambos lados del fiordo.







Esta vez los ánimos eran diferentes y el clima prometía mejorar. Al día siguiente visitaríamos uno de los sitios que más nos atraía de Noruega: las islas Lofoten.

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