Desde el 19 al 22 de Julio, 2016
Después de un sueño reparador en Rönninge desayunamos junto a Birgitta con espléndidas vistas al jardín y al lago. El lugar tiene mucho de idílico: un bosque, el lago de aguas mansas, mucho verde, nenúfares, flores y pájaros. Hacía muy buen tiempo, cielo limpio y sol brillante. Nos costaba imaginar cuando nos decían que en invierno patinaban sobre el lago congelado y que todo quedaba cubierto de nieve.
Birgitta se ofreció a acompañarnos al centro de Estocolmo para ver lo más importante de la ciudad y disfrutar del día soleado. Subimos a un tren de cercanías y en una media hora descendimos en la estación central del metro, hicimos un transbordo y llegamos al casco antiguo. Como ella nos guiaba no nos preocupamos por saber nombres de estaciones, combinaciones o calles. Hacíamos de turistas típicos.
Si bien nos pensábamos la ciudad como otra gran capital europea(y lo es), la verdad es que también asombra por su belleza, su ambiente y su orden. El enclave geográfico ayuda mucho, el poco tránsito, la cantidad de barcos clásicos amarrados en sus muelles, la limpieza y el cuidado en todos los aspectos la hacen una ciudad preciosa.
Recorrimos el casco antiguo, y nos detuvimos un rato como tantos otros turistas para ver la ceremonia de cambio de guardia del palacio real. Luego cruzamos en un transbordador del transporte público hasta Djurgarden, que es una gran área verde con parques de atracciones, zonas de picnic y museos.
A Pablo le interesaba ver el museo del Vasa, un impresionante galeón de guerra que se hundió en el año 1628 a poco más de un kilómetro del muelle en su viaje inaugural. Por las características del agua del Báltico este barco se conservó durante siglos en un estado casi perfecto y fue reflotado en 1961. Ahora el Vasa está expuesto al público en un museo que construyeron a su alrededor y es el más visitado de Suecia.
Malén y Birgitta se fueron a almorzar por el parque y Pablo entró al museo. Realmente es un museo peculiar y ver el Vasa fue impresionante, tanto por sus medidas, su estado de conservación y sobre todo por su belleza. En su momento, definitivamente le dieron más importancia a la estética y armamento que al diseño naval, lo que llevó a su total fracaso. Gran parte del barco está decorado con esculturas en maderas nobles representando a la realeza y el poderío de la marina sueca. En el museo también hay representaciones y maquetas de cómo estaba pintado, como lo construyeron, encontraron y reflotaron y, aunque hay visitas guiadas, todo es muy gráfico y está señalizado en varios idiomas por lo que prácticamente no es necesario ninguna asistencia para recorrerlo.
Cenamos todos juntos. Ésta vez nos prepararon salmón asado (increíblemente bueno) que acompañamos con patatas de Mallorca al horno y vino. Una cena de lujo que todos disfrutamos muchísimo. De postre, helado con crema de frutas del bosque que prepararon con muchísimo esmero. Una delicia, y en perfecta compañía.
Al día siguiente, preparamos nuestras cosas y partimos a media mañana. Nuestro amigo Erland nos había recomendado que visitemos la tienda de muebles Ikea más grande del mundo y especialmente un local de una cadena de grandes almacenes llamada Biltema, que se especializa en accesorios, herramientas y miles de cosas para coches, camping, casa, taller, etc. Como ambos nos quedaban de paso les hicimos una visita. Nos sorprendió el tamaño de ambos, pero en particular del Ikea: 3 plantas gigantes en forma de óvalo y que a su vez tienen desniveles, todo está perfectamente montado y decorado de tal forma que se hace irresistible pensar en comprarlo todo. También nos pasó que por la forma y niveles de las plantas, dábamos vueltas y pasábamos por los mismos lugares varias veces sin darnos cuenta, un verdadero laberinto. Menos mal que no teníamos demasiado espacio libre en la furgo para cargar tantos muebles!
Al fin logramos encontrar la salida, pasamos por un supermercado para abastecernos de productos frescos y partimos hacia el norte. Rodeamos Estocolmo y a poco de dejar el centro urbano la autopista se convierte en carretera normal donde nos alegramos de volver a los paisajes y caminos que nos gustan, pequeños pueblos, colinas, bosques y lagos. También encontramos un loppis instalado en todo el casco de una granja, lo que nos resultó interesante fue la cantidad de diferentes objetos que habían recopilado sin ningún tipo de orden ni cuidado, todo un museo...aunque casi a punto de ser una chatarrería. Nos quedamos a dormir a la vera de un lago muy bonito y tranquilo llamado Balungstrand algunos kilómetros después pasado el pueblo de Enviken.
Después de una noche tranquila y de un buen desayuno en la naturaleza seguimos avanzando hacia el norte. Almorzamos a la orilla de otro lago cerca de Berg donde también aprovechamos el buen tiempo para darnos un baño. Pasamos por Svenstavik y bordeamos el lago Storsjön por el sur, aunque la carretera principal lo hace por el norte, para llegar ya bien entrada la tarde a Åre, el centro de ski más importante de Suecia, y donde la familia de Erland nos había ofrecido su casa de vacaciones para que nos quedemos unos días a descansar. Allí conocimos a la otra hermana de Erland y su familia.
La ubicación de la casa nos resultó perfecta, con vistas a todo el valle y a las montañas. Nos instalamos, salimos a dar un paseo a pie por los alrededores y nos quedamos a descansar y a disfrutar de un bello y larguísimo atardecer. En esas latitudes y en esa época del año prácticamente no hay noche, el sol baja muy lentamente para luego de un corto período de oscuridad volver a aparecer perezosamente sobre el horizonte.
Dedicamos la mañana a pasear por el pueblo, visitar tiendas y disfrutar del lugar. Por la tarde, según consejo de la familia de Erland y a pesar de que el tiempo no acompañaba mucho, subimos a una estación de ski donde en verano hay unas rutas de senderismo e hicimos un buen tramo de una de ellas. Ya en el sendero de vuelta, el cielo se limpió y al pasar por el río juntamos coraje y nos pegamos un baño en sus aguas heladas, eso fue a las 21:00hs de la "tarde".
Aunque Åre es un lugar muy bonito y la casa en la que estábamos era perfecta, nuestras ganas de seguir hacia el norte aún eran más fuertes. Por la mañana del día siguiente dijimos adiós a la comodidad y nos hicimos de vuelta a la carretera.
Al día siguiente, preparamos nuestras cosas y partimos a media mañana. Nuestro amigo Erland nos había recomendado que visitemos la tienda de muebles Ikea más grande del mundo y especialmente un local de una cadena de grandes almacenes llamada Biltema, que se especializa en accesorios, herramientas y miles de cosas para coches, camping, casa, taller, etc. Como ambos nos quedaban de paso les hicimos una visita. Nos sorprendió el tamaño de ambos, pero en particular del Ikea: 3 plantas gigantes en forma de óvalo y que a su vez tienen desniveles, todo está perfectamente montado y decorado de tal forma que se hace irresistible pensar en comprarlo todo. También nos pasó que por la forma y niveles de las plantas, dábamos vueltas y pasábamos por los mismos lugares varias veces sin darnos cuenta, un verdadero laberinto. Menos mal que no teníamos demasiado espacio libre en la furgo para cargar tantos muebles!
Al fin logramos encontrar la salida, pasamos por un supermercado para abastecernos de productos frescos y partimos hacia el norte. Rodeamos Estocolmo y a poco de dejar el centro urbano la autopista se convierte en carretera normal donde nos alegramos de volver a los paisajes y caminos que nos gustan, pequeños pueblos, colinas, bosques y lagos. También encontramos un loppis instalado en todo el casco de una granja, lo que nos resultó interesante fue la cantidad de diferentes objetos que habían recopilado sin ningún tipo de orden ni cuidado, todo un museo...aunque casi a punto de ser una chatarrería. Nos quedamos a dormir a la vera de un lago muy bonito y tranquilo llamado Balungstrand algunos kilómetros después pasado el pueblo de Enviken.
Después de una noche tranquila y de un buen desayuno en la naturaleza seguimos avanzando hacia el norte. Almorzamos a la orilla de otro lago cerca de Berg donde también aprovechamos el buen tiempo para darnos un baño. Pasamos por Svenstavik y bordeamos el lago Storsjön por el sur, aunque la carretera principal lo hace por el norte, para llegar ya bien entrada la tarde a Åre, el centro de ski más importante de Suecia, y donde la familia de Erland nos había ofrecido su casa de vacaciones para que nos quedemos unos días a descansar. Allí conocimos a la otra hermana de Erland y su familia.
La ubicación de la casa nos resultó perfecta, con vistas a todo el valle y a las montañas. Nos instalamos, salimos a dar un paseo a pie por los alrededores y nos quedamos a descansar y a disfrutar de un bello y larguísimo atardecer. En esas latitudes y en esa época del año prácticamente no hay noche, el sol baja muy lentamente para luego de un corto período de oscuridad volver a aparecer perezosamente sobre el horizonte.
Dedicamos la mañana a pasear por el pueblo, visitar tiendas y disfrutar del lugar. Por la tarde, según consejo de la familia de Erland y a pesar de que el tiempo no acompañaba mucho, subimos a una estación de ski donde en verano hay unas rutas de senderismo e hicimos un buen tramo de una de ellas. Ya en el sendero de vuelta, el cielo se limpió y al pasar por el río juntamos coraje y nos pegamos un baño en sus aguas heladas, eso fue a las 21:00hs de la "tarde".
Aunque Åre es un lugar muy bonito y la casa en la que estábamos era perfecta, nuestras ganas de seguir hacia el norte aún eran más fuertes. Por la mañana del día siguiente dijimos adiós a la comodidad y nos hicimos de vuelta a la carretera.
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