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domingo, 18 de septiembre de 2016

53 - Escandinavia - Sur de Suecia

Desde el 17 al 18 de Julio, 2016.




A las 3:15hs estábamos descendiendo del ferry en el puerto de Trelleborg, en la provincia sueca de Skåne. Aún agotados de la jornada anterior y semidormidos seguimos el mapa por una carretera que bordeaba la costa y a unos pocos kilómetros hacia el este encontramos una calle que desembocaba en un pequeño parking justo al lado del mar. No lo pensamos demasiado, total a esas horas tampoco había ninguna actividad de ningún tipo por los alrededores, y nos quedamos a dormir. Descansamos profundamente hasta pasadas las 9:00hs. Nos tomamos nuestro tiempo para desayunar y, como esa playa sobre el Báltico no era apetecible para nadar, seguimos camino en dirección a Ystad. 






Poco después paramos en una playa para conocerla y probar suerte nuevamente con un baño, pero tampoco era muy bonita (encontrar una playa que nos guste es un poco difícil viniendo de Mallorca). La playa estaba rodeada de un camping gigante donde los baños parecían estar abiertos al público, así que sin preguntar nos trajimos nuestras cosas y decidimos darnos una buena ducha. Definitivamente los baños estaban abiertos al público, lo que no sabíamos era que para que salga agua caliente había que introducir monedas en una máquina. Como no teníamos coronas suecas, una vez desvestidos no nos quedó otra opción que una refrescante y estimuladora ducha fría. Igual el tiempo estaba soleado así que nos vino genial para terminar de despertarnos y empezar la nueva etapa del viaje.



También de camino encontramos un Loppis, el primero de muchos. Un Loppis es una "garage sale" (venta de garage) como dicen los norteamericanos. La gente de vez en cuando saca las cosas que no usa (ropa, libros, música, vajilla, muebles,etc.) y las pone a la venta por un precio generalmente muy accesible, también a veces son más profesionales y se parecen a anticuarios. Sabíamos que se llamaban así por nuestro vecino y amigo Erland, quien antes de partir nos ayudó mucho con la organización del viaje y ofreciéndonos alojarnos con su familia en Estocolmo y Åre.

Este Loppis estaba instalado en un granero antiguo y enorme, de vigas de madera y en sí parecía un museo de la vida cotidiana de la zona con objetos y antigüedades. Lo recorrimos tranquilamente y compramos un par de cosas que no sumaban mucho valor, por suerte la señora que lo atendía nos recibió nuestros euros y nos dió el cambio en coronas suecas. 

Más adelante comprobaríamos lo que nos decía Erland: En los países nórdicos el dinero en efectivo es mínimamente usado, la gente paga con tarjeta o con su teléfono móvil, prácticamente no se usa dinero, y es muy difícil conseguir cambiarlo, ya que no hay casas de cambio y los bancos tampoco tienen caja.

Llegamos cerca del Mediodía a Ystad, pudimos aparcar muy cerca de la oficina de turismo donde nos informamos sobre la ciudad y la región y luego nos fuimos caminando a recorrer el casco antiguo de la ciudad que nos sorprendió gratamente. Las edificaciones se mantienen como en la época medieval, casas de vigas de madera pintadas de diferentes colores, calles adoquinadas, muchos comercios locales bien cuidados y muy buen ambiente. 








Comimos en un restaurante chino en el cual también pudimos pagar con euros a cambio de coronas y disfrutamos muchísimo de caminar por la ciudad. 

Seguimos costeando el Mar Báltico por campos verdes, granjas y colinas que nos parecían bastante similares a los paisajes de las islas británicas. Las carreteras son pequeñas, hay poco tráfico y se disfruta de conducir. 






Llegamos a un pueblo pequeño que se llama Kåseberga, estacionamos en un gran aparcamiento de las afueras y caminamos por el pueblo y por el campo siguiendo los acantilados hasta Ales Stenar (piedras de Ale) que es un grupo de 59 bloques de granito dispuestos en forma de barco y que a pesar de diversos estudios arqueológicos realizados en varias ocasiones aún no se sabe exactamente su función original. Las investigaciones datan su construcción entre los años 500 y 1000 AD.






Visitamos brevemente el sitio arqueológico y volvimos pasando por el pequeño y animado puerto del pueblo.





También nos detuvimos en Simrishamn, un pueblo pesquero que a esas horas, aparte de algunas personas paseando por el puerto se encontraba casi desierto y seguimos rumbo norte serpenteando caminitos y granjas durante unas dos horas. 




Buscábamos un lugar para quedarnos a pasar la noche preferiblemente a orillas de un lago, pensamos que como hay tantos no sería tan difícil. La verdad es que la mayoría de lagos están rodeados de tierras de propiedad privada y no encontrábamos ningún sitio de acceso a las costas. Nos desviamos de la carretera principal por caminos rurales sin asfaltar en una zona al norte de Alvesta, y luego de un buen rato cerca del lago Fiolen (en ese momento no sabíamos que se llamaba así) vimos a una familia fuera de una casa y les preguntamos si conocían algún lugar donde podíamos quedarnos. Jörgen, con quien luego nos quedamos charlando un buen rato, nos dijo que no había lugares públicos, pero que su campo daba al lago y que él estaría encantado de que nos quedemos en su tierra a pasar la noche, nos guió e incluso nos ofreció un bote para salir a dar un vuelta o incluso pescar. Nos instalamos en un sitio precioso y salvaje y, a pesar de los hambrientos mosquitos nórdicos, pasamos una noche muy relajada con un atardecer magnífico.





A las 8:00h ya estábamos nuevamente despiertos y lidiando con los molestos mosquitos. Desayunamos y seguimos por el camino de grava hacia el norte sin tener mucho en cuenta hacia dónde nos llevaría.





Entre bosques y pequeños pueblos llegamos a una carretera más grande que nos llevó a Aneboda. Allí nos detuvimos para visitar una preciosa iglesia de madera rodeada de un cementerio que estaba cuidado pulcramente hasta el mínimo detalle. Cada parcela del mismo contaba con puestos de herramientas y útiles de jardín de la más alta calidad profesional a disposición de todos para el cuidado de las tumbas. Todo el entorno de la iglesia y el cementerio formaban un conjunto perfecto y ordenado.





Cerca del mediodía ya estábamos en Gränna, sobre la autopista E4 que junto a la E6 unen las principales ciudades suecas desde Estocolmo. Esta ciudad turística, famosa por sus dulces y por haber sido punto de partida de una fallida expedición en globo aerostático al polo norte, está a la orilla de un gran lago y la verdad es que si bien es un lugar muy bonito, también estaba a más no poder de turistas. Estuvimos un rato para visitarla y nos marchamos. Seguimos un tramo de una carretera panorámica que bordea el lago, comimos en un área de servicio y luego volvimos a subir a la autopista en dirección Estocolmo.




Nuestro destino era Rönninge, a una media hora antes de llegar a Estocolmo, donde vive la familia de Erland y donde nos esperaba su madre, Birgitta para que pasemos un par de días con ella, ya que Erland se encontraba de vacaciones en Mallorca. Nos habían recomendado que visitemos Söderköping que estaba relativamente de paso y hacia allí nos dirigimos. Unos 5 kilómetros antes de llegar, aparentemente por un puente roto, el tráfico estaba atascado. Estuvimos casi una hora prácticamente sin movernos por lo que cuando apenas pudimos tomamos una salida y volvimos hacia la autopista. Les habíamos dicho que estaríamos en Rönninge a eso de las 19:00hs y queríamos ser puntuales.

Al final llegamos a tiempo, Birgitta nos recibió de la mejor manera y por la noche cenamos juntos con ella y parte de la familia. Nos prepararon salmón ahumado riquísimo con nabos al horno y ensaladas y de postre una tarta de cerezas casera que fue una delicia, y si agregamos la buena compañía, la simpatía que nos brindaron y lo idílico del lugar, todo esto hizo que tengamos la mejor de las bienvenidas. Muchas gracias a todos!














domingo, 4 de septiembre de 2016

52 - Escandinavia, hacia el norte del norte de Europa.




Teníamos la inquietud desde hacía tiempo de conocer y recorrer los países escandinavos: Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, incluso la parte de Rusia que comparte la península con Noruega y Finlandia. Sabíamos, a base de tópicos, que nos íbamos a encontrar con paisajes preciosos, una sociedad altamente desarrollada, precios altos y, por supuesto: frío.  Nos apetecía comprobar todo eso, pero también descubrir todos los matices intermedios que escapan a los viajes organizados y visitas de corto tiempo a las capitales o los famosos cruceros a los fiordos. Para eso y haciendo cálculos sobre el tiempo que teníamos para nuestro recorrido  y las distancias a recorrer, nos propusimos cruzar Suecia de sur a norte, llegar hasta el mítico Nordkapp (Noruega), el punto más septentrional de Europa al que se puede llegar en coche  y volver hacia el sur recorriendo la costa noruega, trayecto que nos demandaría mucho tiempo debido a lo complicado de su orografía.

Contábamos con algo más que un mes, y el recorrido desde Mallorca hasta el "otro inicio" del viaje, la costa sur sueca, son unos 2500km con ferry desde Mallorca a Barcelona incluido. Tanta distancia en "modo desplazamiento" nos daba algo de pereza, pero al final pensamos que el esfuerzo de hacer tanto camino por autopista sería compensado luego por otros tantísimos kilómetros de naturaleza y bellos paisajes. Preparamos nuestra furgo con ropa de abrigo, provisiones de alimentos para todo el tiempo del viaje y partimos...





Del 13 al 16 de Julio, 2016



El primero de tantos ferries que tomaríamos fue cerca de casa, en Alcudia. Hace la línea regular diaria hacia Barcelona saliendo a las 12:30hs.  y llegando a las 20:00hs. a destino, el viaje fue placentero y tranquilo. Temíamos que a esa hora salir del puerto de Barcelona en dirección a Francia sea un caos de atascos como en otras ocasiones, pero tuvimos suerte de que el tráfico de las Rondes de Barcelona era razonablemente fluido y pudimos avanzar bien hasta la frontera.



Condujimos hasta las 23:30hs por la autopista francesa hasta el área de descanso de Florensac. Las autopistas de peaje en Francia son caras, pero también brindan buen servicio, cada 5 kilómetros hay áreas de descanso parquizadas con baños limpios, y mesas de pic-nic. Durante el recorrido una emisora de radio FM acompaña con  música, noticias y constante información de tráfico, accidentes, retenciones, clima, etc., también el estado de las autopistas y la señalización es inmejorable.




Por la mañana siguiente, después del desayuno y como nos propusimos hacer camino poco a poco y no cansarnos demasiado por tantas horas conduciendo, nos detuvimos a caminar un rato por el pueblo medieval de Remoulins donde también repostamos combustible a mucho mejor precio que en las gasolineras de la autopista. Almorzamos en el área de  Boitrait, que tiene un bosque, lago, agua potable y punto de reciclaje de residuos. Cruzamos Lyon, nos desviamos hacia el este y nos detuvimos en otra área de descanso muy bonita a darnos una ducha en un bosque aprovechando la buena temperatura y antes de que unas nubes muy negras que anunciaban lluvia nos lo impidiesen.








El chubasco nos cayó en Mulhouse, una ciudad no muy grande de Alsacia muy cerca de la triple frontera con Alemania y Suiza a la que nos propusimos visitar brevemente antes de cruzar  a Alemania. A pesar de la lluvia pudimos caminar por el casco antiguo, que estaba casi desierto y que nos gustó mucho. Aprovechamos para llenar nuevamente el depósito  de gas oil y en poco tiempo ya estábamos en una "autobahn" alemana. Al final pensamos que tendríamos que habernos quedado del lado francés. Al no tener peaje, las autopistas alemanas están cargadísimas de tráfico, especialmente de camiones y los servicios y zonas de descanso no son tan cómodas como las francesas.





Intentamos entrar en un pueblo por si encontrábamos una zona de pic-nic, parque o parking en el cual estemos más a salvo de los ruidos del tráfico, pero después de dar unas cuantas vueltas, no ver nada que nos apetezca, y ya estando muy cansados, nos subimos a la autopista y nos quedamos en un área de servicios cerca de Freiburg, resignados a dormir con grandes camiones como decoración de nuestro dormitorio.

Al final no dormimos tan mal, que hayamos estado tan cansados creemos que fue una buena razón. Por la mañana seguimos por las autopistas cada vez más congestionadas y salimos para visitar Heidelberg. Nos costó un poco encontrar el centro de la ciudad porque a pesar de estar muy cerca, nuestro gps insistía en enviarnos a cualquier lado. Al final encontramos el centro y un lugar para estacionar así que hicimos una breve caminata y de paso descansamos de conducir.

Después de parar a comer en una gasolinera y detenernos afuera de la autopista en un camino rural abandonado para ducharnos, ya bien entrada la tarde nos desviamos nuevamente hasta un precioso pueblo (que elegimos al azar, y por estar razonablemente cerca de la autopista) a comprar en el supermercado local y a conocer un poco "el interior". Lo que no nos gusta de las autopistas, es que generalmente son muy monótonas y no permiten apreciar nada del paisaje, pueblos, ciudades, o simplemente las zonas rurales que la rodea, por lo que cuando podemos salimos a despejarnos y a conocer un poco el entorno.

Pasamos por los alrededores de Hannover y unos cuantos kilómetros después encontramos un área de descanso completa, relativamente alejada de la autopista y sobre todo tranquila donde pasamos la noche.



A la mañana siguiente nos desperezamos tranquilamente, desayunamos y salimos a eso de las 9:00hs para hacer los más de 400km que nos quedaban hasta Sassnitz, el puerto donde embarcaríamos en un ferry hasta Trelleborg, en el sur de Suecia. Si tenemos en cuenta que en las poderosas autopistas alemanas no hay límite de velocidad máxima, que en fin de semana no circulan camiones, que cuentan con tres carriles en cada sentido y que con nuestra furgo podemos perfectamente alcanzar los 120km por hora, las cuentas parecían sencillas....

La realidad fue que el tramo de la Autobahn 7 entre Hannover y Hamburgo fue un completo caos de atascos, uno tras otro. Estuvimos casi cuatro horas y media para hacer sólo 70km. lo que agotó completamente nuestra energía y nuestro buen humor.



Llegamos al puerto de Sassnitz alrededor de las 17:00hs, más cansados que lo que esperábamos,  un puerto que se encontraba desierto. Deambulamos un poco por las instalaciones hasta que dimos con la terminal y la oficina en la que nos confirmaron que el ferry partía a las 23:00hs y que podíamos hacer cola. Pusimos nuestra furgo en posición y nos fuimos a caminar más o menos una hora por los alrededores. Puntualmente dos horas antes de la partida abrieron la taquilla, compramos el ticket que nos costó 204€ y luego como aún quedaba bastante tiempo, hicimos lo que todo el mundo: ir a un supermercado de bebidas alcohólicas, en nuestro caso más para pasar el rato que para comprar, pero los demás pasajeros se lo tomaban muy en serio, ya que en Suecia el alcohol tiene precios prohibitivos y con más de 5º se vende sólo en unos locales estatales llamados "Systembolaget".




Exactamente a la hora prevista embarcamos en un barco enorme del cual al llegar, ante nuestro asombro, descendió una formación completa de ferrocarril. Toda la maniobra fue fluida y rápida a pesar de la cantidad increíble de vehículos que había.

Encontramos unas butacas no tan cómodas e intentamos relajarnos y descansar, ya que la hora de llegada al puerto de Trelleborg era a las 3:15 de la madrugada y queríamos tener energías suficientes para comenzar con el verdadero objetivo del  viaje. Ya estábamos en el Mar Báltico.