Del 25 al 26 de Diciembre 2015.
Totalmente agotados, llegamos justo pasada Nochebuena a la terminal 3 del Aeropuerto de Manila, hicimos los trámites migratorios pertinentes, recogimos el equipaje y como ya habíamos previsto y comprado algunos Pesos Filipinos en Hong Kong, nos dirigimos directamente a la salida donde como en todos lados nos esperaban los taxistas deseosos de sacarse un extra de navidad con nosotros, y lo intentaron. Teníamos información de que el trayecto hasta el hotel que teníamos reservado tendría que ser entre 300 y 400Php y nos pedían 3000Php. También habíamos leído que eran mejores los taxis con taxímetro que los que ofrecen las empresas del aeropuerto. Cuando le preguntamos a los que nos ofrecían taxi por el taxímetro, ellos mismos nos fueron guiando hasta donde éstos estaban estacionados, al final del parking de taxis de la terminal. Nos sorprendió la honestidad de que nos guíen, a pesar de que iba contrario a sus intereses.
A esas alturas eran más de la 01:00 de Navidad y, a pesar de que el hotel estaba cerca del aeropuerto y de que teníamos un mapa de la ubicación, la realidad era completamente diferente, parecía que el mapa de Google no se correspondía para nada a la realidad. El taxista tenía buena voluntad y cada tanto paraba a preguntar, las calles por las que circulábamos, en otro lugar del mundo nos hubiesen dado miedo, pero allí reinaba tal clima de fiesta que no sentíamos ningún temor, todo el mundo estaba alegre (...suponemos que el alcohol ayudaba) y la gente cantaba y bailaba en la calle junto al humo de cientos de barbacoas, niños jugando por todos lados y equipos de música que sonaban a tope de potencia, tanto que en algunos sitios al pasar hacían vibrar el coche.
Al fin encontramos nuestro hotel, el Rodello's B&B de Parañaque. El taxímetro marcó menos de 250PhP. Tocamos timbre y nos atendieron enseguida. Su dueño, Ramir, nos estaba esperando ya que sabía que llegaríamos tarde. Nosotros a ese punto, después de haber estado desde dos días viajando y con la diferencia de 7hs con respecto a nuestra casa ya no nos podíamos ni tener en pie.
Nos dieron la habitación y dormimos profundamente hasta las 14hs del otro día....
Se suponía que teníamos desayuno, pero definitivamente no hubiésemos podido despertarnos. De todas maneras cuando nos vieron despiertos nos trajeron una buena bandeja de spaguettis de la que dimos cuenta en pocos minutos.
Resulta que en hotel estábamos alojados nosotros solos. Los dueños tenían planeado viajar para esa fecha, pero como habíamos hecho la reserva antes de que lleguen a bloquear las fechas, decidieron recibirnos de todos modos. En pocas horas en el país ya teníamos sobradas pruebas de la buena voluntad de los filipinos. Para más, nos invitaron a la cena familiar para esa misma noche.
Decidimos aprovechar las pocas horas de sol que aún quedaban y visitar Intramuros, uno de los pocos atractivos que tiene esta caótica ciudad.
Caminamos un poco por el barrio hasta una calle principal y nos subimos a un taxi. Las ciudades en Filipinas tienen un sistema de transporte a la vez caótico y organizado. Dentro de los barrios, distritos o ciudades que forman la gran Manila, la gente se mueve en motos, scooters y triciclos en los que pueden llegar a caber más personas que las imaginables. Entre barrios o ciudades, siguiendo rutas más o menos fijas los jeepneys son los reyes, empezaron siendo viejos rezagos de jeeps de la segunda guerra mundial reformados y hoy en día los siguen fabricando con la misma forma a partir de piezas y motores de segunda mano procedentes sobretodo de Japón y Corea. También hay lineas de autobuses y un tren urbano en Manila. Llama la atención que saliendo de la gran ciudad los coches particulares son difíciles de encontrar. En Manila el tráfico es infernal, a pesar de tener una autopista aérea (que parece haber estado y que estará en eterna construcción), y algunas grandes avenidas, en un día normal hacer unos pocos kilómetros dentro de la ciudad puede llegar a ser una pesadilla. En nuestro caso al ser día festivo, el tráfico era bastante fluido y llegamos sin problemas a Intramuros.
Intramuros es lo que queda de las murallas y el casco antiguo de la antigua Manila, cuando aún era colonia española. La arquitectura nos recordaba bastante a la de las ciudades centroamericanas, la catedral, edificios administrativos, fuerte, conventos, etc. Sólo que en este caso estaba mezclado con caseríos de chabolas y gente viviendo prácticamente en la calle. La gente nos miraba con alegría y todos nos saludaban y decían "Happy Christmas!".
Caminamos sin rumbo un buen rato por el barrio y luego salimos de la muralla hacia el vecino parque Rizal, que es el lugar de encuentro de los habitantes de Manila y que ese día estaba colmado de gente, parecía que toda la ciudad estaba allí, y todos iban de un lado a otro en un ambiente festivo. Nosotros nos sumamos al ir y venir y cuando empezaba a ponerse el sol y previniendo que toda la gente iba a abandonar el lugar al mismo tiempo encontramos un taxi y volvimos al hotel. En este momento, ya teníamos activados los mapas del gps del móvil, por lo que no nos llevó ningún problema encontrar el camino.
La cena estuvo muy bien, había varias bandejas con pescado, pastas, carne y todo muy rico. Estaba toda la familia y nos quedamos charlando bastante tiempo con Ramir, Carmen y la familia. Nos dieron muchos datos e información y nos confirmaron que no era buena idea nuestro primer plan de viajar al norte de la isla de Luzón (en la que está Manila) ya que para las fiestas todo el turismo interior se encontraba allí por tener las montañas un clima más fresco y que debido a las tormentas que habían pasado recientemente aún quedaban carreteras cortadas.
Nos fuimos a dormir sin saber muy bien aún hacia donde partir al día siguiente. Como no pudimos verificar vuelos con nuestra tablet porque internet iba muy lenta en el hotel, apenas nos levantamos nos fuimos al aeropuerto. En la terminal 3 hay sólo dos oficinas de aerolíneas, las Filipinas y Cebú Pacific, las dos más grandes y quedan una a cada lado de la terminal. En ambas había cola y tardamos bastante tiempo en que nos atiendan. Lo divertido era que pedíamos disponibilidad de vuelos a cualquier lado, pero que salga enseguida y a buen precio, claro!, y eso provocaba reacciones de asombro en las chicas que nos atendían. Al fin, casi todos los vuelos iban llenos y nos decantamos por un vuelo de Phillipines que salía con destino a Cebú, en la isla del mismo nombre dentro de la región de las Visayas Centrales.
Llegamos a Cebú, nuestro plan B, sin saber muy bien para donde seguir. En el mostrador de turismo del aeropuerto, nos dijeron que por la hora que era, o nos quedábamos en la ciudad (la segunda en importancia después de Manila) o podíamos llegar aún relativamente temprano a Moalboal, un pequeño pueblo turístico a unas pocas horas de bus. Como ya estábamos cansados de ciudades, nos fuimos a la terminal sur de buses y enseguida salió uno hacia donde íbamos. Estuvimos más de 3hs para hacer 80km, pero fue nuestra primera experiencia en el país de interactuar con la gente, charlar y divertirnos un poco antes de llegar a un sitio que no conocíamos y sin ninguna reserva de hotel...
El conductor del triciclo que nos llevó desde la parada del autobús en Moalboal hasta donde estaba la zona con hoteles iba parando de puerta en puerta preguntando si había habitaciones "vacantes" (se usa esa palabra del castellano), todas las respuestas eran negativas, ya eran pasadas las 21:00 y en muchos sitios estaban durmiendo.
Al final encontramos un complejo bonito, aunque eso daba igual si era el único que tenía una habitación disponible. El Love´s excedía lo que pensábamos gastar para esa noche, nos salió por 1300PhP (26€) con desayuno, algo caro para la media de Filipinas. Le preguntamos a la encargada si estábamos lejos de la playa, nos miró como si le estuviésemos haciendo una broma, parte del hotel estaba literalmente sobre el mar y no lo habíamos notado.
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