Desde el 7 al 16 de Agosto, 2016.
Salimos a eso de las 10hs. con el tiempo gris y las nubes bajas y seguimos camino serpenteando entre cadenas montañosas. Sabíamos que había una zona de glaciares en los alrededores, pero no veíamos ninguna carretera que se acercara, al menos en los mapas que teníamos.
Justo al final de uno de los tantos túneles lo vimos a nuestra izquierda, un glaciar. Había una entrada y un pequeño aparcamiento donde también habríamos podido pasar la noche. Desde allí caminando unos pocos cientos de metros se llegaba a un pequeño lago desde donde se tenía una preciosa panorámica de la lengua de hielo. El lugar era idílico, aún con la llovizna. Estuvimos un buen rato paseando y tomándonos fotos. Luego volvimos a la furgo y seguimos camino hasta Kaupanger a la que llegamos pasado el mediodía.
Sabíamos que desde allí partía un ferry hasta Gudvangen. Lo que averiguamos en el momento es que salía sólo a las 15hs, que era privado (algo así como un minicrucero) y que tardaba 3 horas para hacer la travesía recorriendo uno de los fiordos más espectaculares y estrechos. El precio también era mucho mayor que el de los ferries convencionales: 1000Kr, unos 110€, pero como nos apetecía la experiencia, nos animamos y esperamos en la fila. Aprovechamos el tiempo para descansar, preparar el almuerzo y hacer una buena sobremesa, café mediante, charlando e intercambiando impresiones con una pareja de España que también estaba recorriendo la Noruega de los fiordos.
El ferry recorre un fiordo tan angosto que en determinados sectores se parece más a un río, a reparo de paredes montañosas que lo hace aún más espectacular. El agua oscura y calma como espejo, el verde casi fosforescente de la vegetación, decenas de cascadas precipitándose al mar y pequeños caseríos de colores. El paisaje increíble. La lluvia y el frío tampoco nos dieron mucha tregua y las nubes nos ocultaban parte del paisaje, aunque también le daban al lugar un toque místico e interesante.
Desde Gudvagen seguimos hacia el sur en dirección a Odda, atravesando más túneles larguísimos. Lo más sorprendente fue que un puente gigante que cruzaba un fiordo entero, terminaba súbitamente en un túnel de 7700 metros de largo iluminado de tal forma que le daba una apariencia futurista y además con un par de rotondas en su interior. La verdad es que no terminábamos de sorprendernos con esas obras de ingeniería. Al menos esta vez no nos quedamos dando vueltas dentro del túnel y encontramos el camino correcto en el primer intento.
Paramos a dormir en un área de servicio justo al lado de un fiordo cerca de Odda. Allí compartimos sitio con cuatro chicos holandeses con los que charlamos y nos reímos un buen rato. Pablo intentó pescar, esta vez sin resultados positivos... la suerte del principiante se había acabado.
Definitivamente la lluvia y el mal tiempo iban a peor, teníamos nuestra ropa húmeda, hacia frío y no podíamos disfrutar de los paisajes por la poca visibilidad. Pasamos muchísimas cascadas, algunas especialmente bonitas, otras cayendo casi directamente sobre la carretera. Decidimos seguir hacia el sur más rápidamente, hacia Stavanger, a la que llegamos cruzando por el ferry de Knusvik a Hielmeland (103Kr, 11,40€), de 15 minutos de recorrido, y el ferry de Oanes a Lauvik, del mismo precio y tiempo. Entre ambos paramos en la lluvia y nos preparamos unos buenos trozos de salmón noruego con ensalada de patata.
Paramos a dormir en un descanso de la carretera sin servicios. A esas alturas y con el tiempo reinante no tenía sentido buscar "el lugar perfecto". Aprovechamos para comprar los pasajes del ferry desde Kristiansand hasta el puerto de Hirtshals, en Dinamarca. Nos estábamos perdiendo algunos puntos turísticos importantes del sur, y aún nos quedaban un par de días según nuestro calendario para estar en Noruega, pero echábamos de menos algo de sol y las previsiones del tiempo iban a peor. Lo dejaríamos para otra oportunidad.
Salimos a las 9:50 hacia Kristiansand a la que llegamos al mediodía. Ésta es una ciudad bastante grande con un centro muy bonito. Como aún nos quedaba bastante tiempo, (embarcábamos a las 16hs), preguntamos dónde estaba la zona comercial y nos indicaron una gran área comercial a unos 10 kilómetros de la ciudad. Allí nos entretuvimos visitando tiendas, haciendo algunas compras y preparando el almuerzo.
Cuando llegamos a la terminal del ferry nos recibió el encargado de controlar los pasajes con un: "Hola Pablo!". Es que antes de entrar a la zona de espera había cámaras que leían las placas de los coches y tenían todos nuestros datos. Asimismo, meses después del viaje nos ha llegado una carta a nuestra casa indicando todos los peajes que hemos pasado en Noruega y el importe, con un enlace en internet para que podamos hacer el pago de forma muy fácil. Fueron 79,31€ y adjuntaban fotos de nuestro vehículo.
El ferry de Colorline era enorme. No pudimos contar la cantidad de camiones, coches y autocaravanas que entraron. Asimismo aún había lugar de sobra cuando cerraron las rampas.
Por dentro estaba ambientado como un crucero y aunque el mar Báltico estaba poco menos que furioso, en el interior reinaba la calma y prácticamente el barco no se movía.
Llegamos puntualmente a las 19:45hs a Hirstshals y nos subimos a la autopista E45 que recorre el país de norte a sur. Paramos en un área de descanso una vez pasada la ciudad de Aalborg. Como ya el clima comenzaba a ser más amigable aprovechamos un camino rural que pasaba por allí para caminar un rato. Nos sorprendió la cantidad de plantas de rosa mosqueta salvajes que había por todos lados. Cogimos unas cuantas flores que perfumaron gratamente nuestra furgo por unos días.
A la mañana siguiente y con mucho frío, salimos a las 9:15hs y, como nos apetecía conocer el interior de Dinamarca, con las recomendaciones de Marián, una amiga de Malén, nos desviamos de la autopista por carreteras secundarias y rurales hasta Hadsund para detenernos luego en un pueblo precioso que se llama Ebeltoft y que recorrimos a pie bajo la lluvia. Sobre el mediodía el cielo se limpió completamente (por un rato) y encontramos una playa con baños y ducha (muy fría) donde nos aseamos, descansamos y nos preparamos la comida.
Seguimos por carreteras pequeñas disfrutando del paisaje encantador de Dinamarca. Grandes campos de trigo, granjas, colinas bajas, vacas, pueblos pequeños muy pacíficos y todo muy armonioso.
Subimos luego de vuelta a la E45 y paramos a caminar por un pueblo llamado Vogens. A veces, cuando vamos por una autopista, elegimos un pueblo al azar y nos detenemos a dar una vuelta. Generalmente nos sorprendemos para bien y sean más o menos turísticos siempre descubrimos cosas interesantes.
Al atardecer entramos en Alemania y sus "autobahns". Luego de la experiencia de los atascos que nos tocaron en el viaje de ida estábamos algo asustados, por suerte esta vez el tráfico parecía que iba a ser fluido.
Dormimos en un área de servicio a unos 90km antes de Hamburgo. Si bien ya no llovía, el clima seguía siendo frío. Y era Agosto, pleno verano en Europa... Ya nos habíamos olvidado.
Cruzamos Alemania tranquilamente, desviándonos y entrando al interior de los pueblos para repostar combustible y hacer alguna compra. Aparte de que el precio del carburante es bastante menor que en las gasolineras de la autopista, el hecho de visitar nuevos lugares, caminar un rato, despejar la mente y cambiar la monotonía de la autopista nos ayuda mucho en trayectos largos.
También nos detuvimos en Melsungen, un lugar realmente precioso, con arquitectura muy típica de la zona y más tarde nos paramos a dormir antes de Frankfurt en otra área de servicios. Desgraciadamente en Alemania nos resultó difícil encontrar lugares para quedarnos por la noche, está todo muy regulado y cada hueco parece estar vigilado. Preferimos no arriesgar y sólo pernoctamos en los lugares designados en la autopista aunque tengamos que estar rodeados de camiones ruidosos.
Como aún teníamos tiempo, en cambio de entrar a Francia por Mulhouse, y hacer la misma ruta que de ida, esta vez seguimos por Basel, Suiza. Esperábamos encontrarnos enseguida con los paisajes idílicos de Heidi, pero justo entrando en la ciudad, nos recibieron con un puesto de control y una señora que nos cobró 40€ de peaje adelantado por pasar por el país.
De allí seguimos rodeando Basel en lo que parecía un atasco sin fin. A esas alturas los paisajes de Heidi y la vaquita de Milka nos resultaban de ciencia ficción.
Luego de un tiempo interminable de atascos logramos escaparnos de la autopista y subir por fin, (cruzando antes otras interminables zonas industriales), a una zona de montañas con praderas, vacas y bosques como esperábamos encontrar en Suiza desde un principio. La verdad es que tuvimos suerte con ese camino, el paisaje magnífico, nada de tráfico y lo mejor: encontramos un pequeño hueco en el bosque cerca de Welschenrohr con muy buenas vistas para quedarnos a cenar y a pasar la noche. Aunque en Suiza también está muy controlado en lo que respecta a la acampada y a pernoctar en lugares que no estén perfectamente designados, creímos que era poco probable que alguna autoridad pase por el lugar y tuvimos suerte. Allí nos duchamos, cenamos y pasamos una noche tranquila y en la naturaleza, después de tanta autopista, camiones y asfalto.
El clima volvía a ser veraniego, cosa que a esas alturas agradecíamos mucho. Seguimos en dirección a Ginebra para ver si podíamos encontrar un lugar a orillas del lago Le Mans para darnos un buen baño. Nos costó muchísimo encontrar siquiera un lugar para estacionar y en un camping en el que pudimos entrar, la playa no era apta para el baño.
Cerca de Gland encontramos otra playa, algo artificial pero en la que pudimos sacarnos las ganas. Como ya veíamos que entrar en Ginebra significaría otra buena ración de atascos, rodeamos como pudimos la ciudad y cruzamos directamente a Francia por al A41. Paramos en Annecy en un supermercado (en Suiza los precios son prohibitivos) y luego de empalmar con la autopista A43 pasamos la noche en un área de servicio bastante cómoda.
A pleno sol decidimos salir de la autopista para hacer camino por carreteras secundarias, nos demandaría mucho más tiempo de viaje, pero también sería mucho más entretenido, así que le ordenamos a nuestro navegador GPS que nos lleve por caminos sin peaje. Así pudimos conocer St. Laurent Du Pont en el que paramos a caminar un rato. Luego, en las afueras, encontramos una granja y quesería a la que visitamos y donde compramos excelentes quesos a buenos precios. Más adelante nos topamos con un mercadillo de segunda mano gigante. Toda la comarca estaba reunida en el pueblo de Tèche (que está rodeado de campos de nogales). Este mercadillo gigante tiene lugar
una vez al año y vende todo tipo de objetos de segunda mano. Hay puestos de comida y muy buen ambiente. El sol estaba rabioso, pero después de los últimos días de clima invernal de Noruega lo recibíamos como una bendición. Nunca habíamos visto un mercado más grande, no pudimos terminar de recorrerlo todo.
Preparamos allí mismo el almuerzo debajo de una plantación de nogales donde estábamos estacionados y aprovechamos para descansar y hacer una buena siesta.
Siguiendo por carreteras secundarias llegamos a Saint Martin d'Ardèche, un pueblo medieval precioso sobre el río Rhone. Allí había una gran zona de pic nic y una playa que aprovechamos. También la playa tenía un gran aparcamiento en el que nos quedamos. Si bien la playa estaba cerca del centro del pueblo y había muchísima gente yendo y viniendo por el aparcamiento, pasamos una noche tranquila y por la mañana estaba todo muy calmo.
Para el desayuno, sacamos nuestras sillas, calentador y demás accesorios, ya nos imaginábamos que en ese lugar no se permitía acampar pero como era temprano y no había casi nadie nos arriesgamos. Mala idea, en pleno desayuno vino un agente de la policía agrícola francesa que con muy malas formas nos dio dos minutos (y los contaba) para que abandonemos el lugar, por supuesto sin entender razones. Juntamos todo como pudimos y salimos a toda prisa. El policía nos escoltó hasta la salida del pueblo. Bueno, a veces estas cosas pasan... al menos el agente tuvo la deferencia de no multarnos, aunque tampoco estábamos haciendo nada malo, era un área de picnic y el lugar a esa hora estaba prácticamente desierto, pero él pensó que estábamos acampando.
El último día seguimos directamente hasta Barcelona, y antes de cruzar la frontera nos detuvimos en una gran área de servicios de la autopista, llamada "Village Catalan", que más que un área de descanso, es un gran parque con todo tipo de servicios y actividades para realizar. Allí comimos y descansamos antes del último tramo. Llegamos a Barcelona sobre las 18hs . La terminal de ferry de Balearia estaba mal indicada y estuvimos esperando junto a otros pasajeros hasta que la Guardia Civil pudo averiguar dónde estaba el muelle correcto desde donde salían los ferries. La verdad es que las instalaciones de la zona de embarque de Balearia del puerto de Barcelona dejan mucho que desear y todo parecía un poco improvisado.
El trayecto fue tranquilo. Teníamos un camarote y pudimos dormir toda la travesía: sale a las 23hs y llega a las 6:30hs a Palma. Un amanecer soleado nos recibió en casa.
Al final contabilizamos más de 12.000 kilómetros de recorrido en algo más que un mes. Hicimos un viaje maravilloso en el que cruzamos prácticamente de sur a norte y de vuelta al sur toda Europa, estuvimos en el punto más septentrional del continente (bueno...nos faltaron 110 metros!) y disfrutamos los increíbles paisajes, la geografía y la sorprendente cultura de países tan fascinantes como Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, como así también conocimos muchos puntos interesantes de Alemania, Francia y Suiza.
Ahora ya no vemos la hora de embarcarnos en un nuevo gran viaje...
Salimos a eso de las 10hs. con el tiempo gris y las nubes bajas y seguimos camino serpenteando entre cadenas montañosas. Sabíamos que había una zona de glaciares en los alrededores, pero no veíamos ninguna carretera que se acercara, al menos en los mapas que teníamos.
Justo al final de uno de los tantos túneles lo vimos a nuestra izquierda, un glaciar. Había una entrada y un pequeño aparcamiento donde también habríamos podido pasar la noche. Desde allí caminando unos pocos cientos de metros se llegaba a un pequeño lago desde donde se tenía una preciosa panorámica de la lengua de hielo. El lugar era idílico, aún con la llovizna. Estuvimos un buen rato paseando y tomándonos fotos. Luego volvimos a la furgo y seguimos camino hasta Kaupanger a la que llegamos pasado el mediodía.
Sabíamos que desde allí partía un ferry hasta Gudvangen. Lo que averiguamos en el momento es que salía sólo a las 15hs, que era privado (algo así como un minicrucero) y que tardaba 3 horas para hacer la travesía recorriendo uno de los fiordos más espectaculares y estrechos. El precio también era mucho mayor que el de los ferries convencionales: 1000Kr, unos 110€, pero como nos apetecía la experiencia, nos animamos y esperamos en la fila. Aprovechamos el tiempo para descansar, preparar el almuerzo y hacer una buena sobremesa, café mediante, charlando e intercambiando impresiones con una pareja de España que también estaba recorriendo la Noruega de los fiordos.
El ferry recorre un fiordo tan angosto que en determinados sectores se parece más a un río, a reparo de paredes montañosas que lo hace aún más espectacular. El agua oscura y calma como espejo, el verde casi fosforescente de la vegetación, decenas de cascadas precipitándose al mar y pequeños caseríos de colores. El paisaje increíble. La lluvia y el frío tampoco nos dieron mucha tregua y las nubes nos ocultaban parte del paisaje, aunque también le daban al lugar un toque místico e interesante.
Desde Gudvagen seguimos hacia el sur en dirección a Odda, atravesando más túneles larguísimos. Lo más sorprendente fue que un puente gigante que cruzaba un fiordo entero, terminaba súbitamente en un túnel de 7700 metros de largo iluminado de tal forma que le daba una apariencia futurista y además con un par de rotondas en su interior. La verdad es que no terminábamos de sorprendernos con esas obras de ingeniería. Al menos esta vez no nos quedamos dando vueltas dentro del túnel y encontramos el camino correcto en el primer intento.
Paramos a dormir en un área de servicio justo al lado de un fiordo cerca de Odda. Allí compartimos sitio con cuatro chicos holandeses con los que charlamos y nos reímos un buen rato. Pablo intentó pescar, esta vez sin resultados positivos... la suerte del principiante se había acabado.
Definitivamente la lluvia y el mal tiempo iban a peor, teníamos nuestra ropa húmeda, hacia frío y no podíamos disfrutar de los paisajes por la poca visibilidad. Pasamos muchísimas cascadas, algunas especialmente bonitas, otras cayendo casi directamente sobre la carretera. Decidimos seguir hacia el sur más rápidamente, hacia Stavanger, a la que llegamos cruzando por el ferry de Knusvik a Hielmeland (103Kr, 11,40€), de 15 minutos de recorrido, y el ferry de Oanes a Lauvik, del mismo precio y tiempo. Entre ambos paramos en la lluvia y nos preparamos unos buenos trozos de salmón noruego con ensalada de patata.
Paramos a dormir en un descanso de la carretera sin servicios. A esas alturas y con el tiempo reinante no tenía sentido buscar "el lugar perfecto". Aprovechamos para comprar los pasajes del ferry desde Kristiansand hasta el puerto de Hirtshals, en Dinamarca. Nos estábamos perdiendo algunos puntos turísticos importantes del sur, y aún nos quedaban un par de días según nuestro calendario para estar en Noruega, pero echábamos de menos algo de sol y las previsiones del tiempo iban a peor. Lo dejaríamos para otra oportunidad.
Salimos a las 9:50 hacia Kristiansand a la que llegamos al mediodía. Ésta es una ciudad bastante grande con un centro muy bonito. Como aún nos quedaba bastante tiempo, (embarcábamos a las 16hs), preguntamos dónde estaba la zona comercial y nos indicaron una gran área comercial a unos 10 kilómetros de la ciudad. Allí nos entretuvimos visitando tiendas, haciendo algunas compras y preparando el almuerzo.
Cuando llegamos a la terminal del ferry nos recibió el encargado de controlar los pasajes con un: "Hola Pablo!". Es que antes de entrar a la zona de espera había cámaras que leían las placas de los coches y tenían todos nuestros datos. Asimismo, meses después del viaje nos ha llegado una carta a nuestra casa indicando todos los peajes que hemos pasado en Noruega y el importe, con un enlace en internet para que podamos hacer el pago de forma muy fácil. Fueron 79,31€ y adjuntaban fotos de nuestro vehículo.
El ferry de Colorline era enorme. No pudimos contar la cantidad de camiones, coches y autocaravanas que entraron. Asimismo aún había lugar de sobra cuando cerraron las rampas.
Por dentro estaba ambientado como un crucero y aunque el mar Báltico estaba poco menos que furioso, en el interior reinaba la calma y prácticamente el barco no se movía.
Llegamos puntualmente a las 19:45hs a Hirstshals y nos subimos a la autopista E45 que recorre el país de norte a sur. Paramos en un área de descanso una vez pasada la ciudad de Aalborg. Como ya el clima comenzaba a ser más amigable aprovechamos un camino rural que pasaba por allí para caminar un rato. Nos sorprendió la cantidad de plantas de rosa mosqueta salvajes que había por todos lados. Cogimos unas cuantas flores que perfumaron gratamente nuestra furgo por unos días.
A la mañana siguiente y con mucho frío, salimos a las 9:15hs y, como nos apetecía conocer el interior de Dinamarca, con las recomendaciones de Marián, una amiga de Malén, nos desviamos de la autopista por carreteras secundarias y rurales hasta Hadsund para detenernos luego en un pueblo precioso que se llama Ebeltoft y que recorrimos a pie bajo la lluvia. Sobre el mediodía el cielo se limpió completamente (por un rato) y encontramos una playa con baños y ducha (muy fría) donde nos aseamos, descansamos y nos preparamos la comida.
Seguimos por carreteras pequeñas disfrutando del paisaje encantador de Dinamarca. Grandes campos de trigo, granjas, colinas bajas, vacas, pueblos pequeños muy pacíficos y todo muy armonioso.
Subimos luego de vuelta a la E45 y paramos a caminar por un pueblo llamado Vogens. A veces, cuando vamos por una autopista, elegimos un pueblo al azar y nos detenemos a dar una vuelta. Generalmente nos sorprendemos para bien y sean más o menos turísticos siempre descubrimos cosas interesantes.
Al atardecer entramos en Alemania y sus "autobahns". Luego de la experiencia de los atascos que nos tocaron en el viaje de ida estábamos algo asustados, por suerte esta vez el tráfico parecía que iba a ser fluido.
Dormimos en un área de servicio a unos 90km antes de Hamburgo. Si bien ya no llovía, el clima seguía siendo frío. Y era Agosto, pleno verano en Europa... Ya nos habíamos olvidado.
Cruzamos Alemania tranquilamente, desviándonos y entrando al interior de los pueblos para repostar combustible y hacer alguna compra. Aparte de que el precio del carburante es bastante menor que en las gasolineras de la autopista, el hecho de visitar nuevos lugares, caminar un rato, despejar la mente y cambiar la monotonía de la autopista nos ayuda mucho en trayectos largos.
También nos detuvimos en Melsungen, un lugar realmente precioso, con arquitectura muy típica de la zona y más tarde nos paramos a dormir antes de Frankfurt en otra área de servicios. Desgraciadamente en Alemania nos resultó difícil encontrar lugares para quedarnos por la noche, está todo muy regulado y cada hueco parece estar vigilado. Preferimos no arriesgar y sólo pernoctamos en los lugares designados en la autopista aunque tengamos que estar rodeados de camiones ruidosos.
Como aún teníamos tiempo, en cambio de entrar a Francia por Mulhouse, y hacer la misma ruta que de ida, esta vez seguimos por Basel, Suiza. Esperábamos encontrarnos enseguida con los paisajes idílicos de Heidi, pero justo entrando en la ciudad, nos recibieron con un puesto de control y una señora que nos cobró 40€ de peaje adelantado por pasar por el país.
De allí seguimos rodeando Basel en lo que parecía un atasco sin fin. A esas alturas los paisajes de Heidi y la vaquita de Milka nos resultaban de ciencia ficción.
Luego de un tiempo interminable de atascos logramos escaparnos de la autopista y subir por fin, (cruzando antes otras interminables zonas industriales), a una zona de montañas con praderas, vacas y bosques como esperábamos encontrar en Suiza desde un principio. La verdad es que tuvimos suerte con ese camino, el paisaje magnífico, nada de tráfico y lo mejor: encontramos un pequeño hueco en el bosque cerca de Welschenrohr con muy buenas vistas para quedarnos a cenar y a pasar la noche. Aunque en Suiza también está muy controlado en lo que respecta a la acampada y a pernoctar en lugares que no estén perfectamente designados, creímos que era poco probable que alguna autoridad pase por el lugar y tuvimos suerte. Allí nos duchamos, cenamos y pasamos una noche tranquila y en la naturaleza, después de tanta autopista, camiones y asfalto.
El clima volvía a ser veraniego, cosa que a esas alturas agradecíamos mucho. Seguimos en dirección a Ginebra para ver si podíamos encontrar un lugar a orillas del lago Le Mans para darnos un buen baño. Nos costó muchísimo encontrar siquiera un lugar para estacionar y en un camping en el que pudimos entrar, la playa no era apta para el baño.
Cerca de Gland encontramos otra playa, algo artificial pero en la que pudimos sacarnos las ganas. Como ya veíamos que entrar en Ginebra significaría otra buena ración de atascos, rodeamos como pudimos la ciudad y cruzamos directamente a Francia por al A41. Paramos en Annecy en un supermercado (en Suiza los precios son prohibitivos) y luego de empalmar con la autopista A43 pasamos la noche en un área de servicio bastante cómoda.
A pleno sol decidimos salir de la autopista para hacer camino por carreteras secundarias, nos demandaría mucho más tiempo de viaje, pero también sería mucho más entretenido, así que le ordenamos a nuestro navegador GPS que nos lleve por caminos sin peaje. Así pudimos conocer St. Laurent Du Pont en el que paramos a caminar un rato. Luego, en las afueras, encontramos una granja y quesería a la que visitamos y donde compramos excelentes quesos a buenos precios. Más adelante nos topamos con un mercadillo de segunda mano gigante. Toda la comarca estaba reunida en el pueblo de Tèche (que está rodeado de campos de nogales). Este mercadillo gigante tiene lugar
Preparamos allí mismo el almuerzo debajo de una plantación de nogales donde estábamos estacionados y aprovechamos para descansar y hacer una buena siesta.
Para el desayuno, sacamos nuestras sillas, calentador y demás accesorios, ya nos imaginábamos que en ese lugar no se permitía acampar pero como era temprano y no había casi nadie nos arriesgamos. Mala idea, en pleno desayuno vino un agente de la policía agrícola francesa que con muy malas formas nos dio dos minutos (y los contaba) para que abandonemos el lugar, por supuesto sin entender razones. Juntamos todo como pudimos y salimos a toda prisa. El policía nos escoltó hasta la salida del pueblo. Bueno, a veces estas cosas pasan... al menos el agente tuvo la deferencia de no multarnos, aunque tampoco estábamos haciendo nada malo, era un área de picnic y el lugar a esa hora estaba prácticamente desierto, pero él pensó que estábamos acampando.
El último día seguimos directamente hasta Barcelona, y antes de cruzar la frontera nos detuvimos en una gran área de servicios de la autopista, llamada "Village Catalan", que más que un área de descanso, es un gran parque con todo tipo de servicios y actividades para realizar. Allí comimos y descansamos antes del último tramo. Llegamos a Barcelona sobre las 18hs . La terminal de ferry de Balearia estaba mal indicada y estuvimos esperando junto a otros pasajeros hasta que la Guardia Civil pudo averiguar dónde estaba el muelle correcto desde donde salían los ferries. La verdad es que las instalaciones de la zona de embarque de Balearia del puerto de Barcelona dejan mucho que desear y todo parecía un poco improvisado.
El trayecto fue tranquilo. Teníamos un camarote y pudimos dormir toda la travesía: sale a las 23hs y llega a las 6:30hs a Palma. Un amanecer soleado nos recibió en casa.
Al final contabilizamos más de 12.000 kilómetros de recorrido en algo más que un mes. Hicimos un viaje maravilloso en el que cruzamos prácticamente de sur a norte y de vuelta al sur toda Europa, estuvimos en el punto más septentrional del continente (bueno...nos faltaron 110 metros!) y disfrutamos los increíbles paisajes, la geografía y la sorprendente cultura de países tan fascinantes como Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, como así también conocimos muchos puntos interesantes de Alemania, Francia y Suiza.
Ahora ya no vemos la hora de embarcarnos en un nuevo gran viaje...