Del 10 al 13 de Enero, 2014.
La reserva natural de Península Valdés
comprende la península propiamente dicha, que tiene una forma algo
curiosa ya que la misma incluye a su vez a dos golfos separados por
un istmo, y es un santuario de fauna marina donde varias especies de
mamíferos marinos y aves van a reproducirse año tras año. La
reserva es famosa mundialmente por ser el sitio desde donde se puede
ver a la ballena franca austral amamantar a sus crías desde Mayo a
Noviembre. En verano se pueden observar leones marinos, elefantes
marinos, pingüinos y otras aves marinas y, si se tiene suerte,
orcas que merodean cerca de las colonias de leones marinos al
acecho de algún ejemplar descuidado.
Luego de informarnos en Puerto
Pirámides sobre la mejor forma de visitar la reserva, primero
subimos por el acantilado cercano al pueblo donde hay un mirador
desde donde además del paisaje hermoso del lugar, se pueden observar
varias colonias de leones marinos. Es interesante la forma en que se
dividen en harenes donde un macho cuida a sus hembras y a sus crías. También se ven constantes peleas entre machos que aún no han formado su harem.
Después dejamos el asfalto y nos
dirigimos por el centro de la península hacia Punta Valdés y vimos
desde muy cerca a varias parejas de pingüinos anidando y tomando
plácidamente el sol.
Seguimos hasta Punta Norte para ver más
asentamientos de leones y elefantes marinos. Allí nos quedamos un
buen rato intentando ver un nacimiento, que son frecuentes en esta
época. Éste es también el punto desde donde se suelen observar a
grupos de orcas varándose intencionalmente para atacar a los leones
marinos. Según dicen este es el único sitio en el mundo donde las
orcas cazan de esta manera.
La vuelta que dimos por la península
nos llevó cerca de 200km, los cuales hicimos por carreteras de ripio
(grava). Aunque los caminos no están en malas condiciones, en
general son muy polvorientos, y Furgo no está aislada completamente,
por lo que se nos llenó el interior de tal cantidad de polvillo fino
que ni nosotros lo podíamos creer.
Nos detuvimos en el centro de
interpretación del Istmo Ameghino, que está muy bien instalado y
equipado, y en el estacionamiento estuvimos un muy buen rato haciendo
una limpieza exhaustiva del interior. Allí mismo nos encontramos con
una agradable pareja de jubilados suizos, quienes iniciaban un viaje
de mucho tiempo en un camión 4x4 equipado para largas travesías,
todo un lujo!
Bastante tarde, pero con la ventaja de
la duración de los días en el verano austral, seguimos hacia el sur
hasta Trelew y después de varios intentos encontramos una estación
de servicio con las duchas disponibles, así que nos quitamos el
polvo de encima con una buena ducha y nos quedamos allí mismo a
pasar la noche.
Después de desayunar a la mañana
siguiente, nos llegamos hasta una gran superficie de la construcción
y compramos sellador de silicona, con la que aislamos los
compartimientos internos donde guardamos nuestras cosas y la comida.
También nos pusimos en proceso de desvelar desde donde entró tanto
polvo, para poder aislar mejor el habitáculo, ya que en Patgonia es
muy usual que los caminos sean de grava y no queríamos que nos
suceda eso otra vez.
Si hay algo que caracteriza a la Patagonia,
más que su fauna o su paisaje, es el viento que está omnipresente,
la flora y fauna está adaptada y condicionada a él. Los habitantes
de esta zona tienen que adaptar también su vida y convivir con el
viento que es constante y fuerte, llegando de forma habitual hasta
los 100km/h. Nosotros lo notamos bastante en la conducción,
sobretodo de costado en que hay que tener mucho cuidado con las
ráfagas que suelen desestabilizar el vehículo de forma peligrosa.
Por la tarde pasamos Comodoro
Rivadavia, zona pionera en la explotación petrolera argentina, aún
en la provincia de Chubut y nos detuvimos en una villa turística
cercana llamada Rada Tilly, donde pasamos la tarde cerca de la playa
(el viento sigue siendo terrible, siempre) y más tarde, con el
viento más calmado, caminamos a lo largo de la línea de playa que
son unos 3km admirando el paisaje y las casas de nueva construcción
de la gente rica de la zona.
...sólo la pecera es más grande que nuestra querida Furgo! |
Entramos en la provincia de Santa Cruz
y continuamos por la estepa pero sin aburrirnos debido al viento y a
la especial atención que hay que prestarle a los guanacos (un tipo
de camélido parecido a la llama muy común en la Patagonia) y a los
ñandúes (avestruz patagónica, más pequeña que la africana) que
se pasean peligrosamente cerca de la carretera (hemos vistos
accidentes provocados por estos animales) nos decidimos de probar
suerte nuevamente en el ripio y nos desviamos 50km hacia el oeste
para ver el Monumento Natural Bosque Petrificado.
Hace 150 millones de
años, incluso antes de que los Andes existan, la Patagonia era un
lugar templado, húmedo y fértil, poblada por grandes bosques y
dinosaurios. Al formarse los Andes, grandes erupciones cubrieron de
cenizas y destrozaron estos bosques. Luego, un lento proceso a través
de la lluvia y los minerales del suelo que fueron incorporándose y
penetrando en cada célula de la madera, transformó los restos en
piedras que se asemejan a cristal (silicificación)
Este yacimiento, gestionado por parques nacionales está en un
entorno paisajístico precioso y bien conservado. Los guardaparques
nos asesoraron y explicaron muy bien y nosotros hicimos un sendero
autoguiado por la zona.
Aunque hicimos en total otros
100km de ripio, esta vez el problema del polvillo no fue grave y
tuvimos la suerte de que durante la visita y el camino no soplaba
casi viento, algo inusual por aquí. Apenas volvimos a la ruta 3, nos
detuvimos en una entrada a limpiar y a ducharnos (todavía había
buena temperatura).
Réplica de la Nao Victoria, de la expedición de Hernando De Magallanes. |
Llegamos bien tarde a Puerto San Julián
que está sobre un golfo que se extiende paralelo a la costa y que
hace que sea un buen puerto natural. Allí la expedición de
Magallanes encontró un buen lugar para descansar de los vientos del
Atlántico y nosotros también aprovechamos el lugar para pasar la
noche al lado del mar.
Siempre con el viento como
protagonista, y esta vez sin treguas como en el día anterior,
paramos en la localidad de Comandante Luis Piedrabuena a comer y
dormir una buena siesta, cruzamos luego Rio Gallegos y ya a la
tardecita pasamos a Chile con la intención de dormir antes de cruzar
hacia la isla de Tierra del Fuego. Hicimos los trámites rápidamente,
aunque nos asustamos un poco ya que el servicio de protección
agropecuario chileno nos encontró un pequeño resto de miel (que
traíamos de Panamá) y, aparte de decomisarlo, temimos que nos
multen, ya que son exageradamente estrictos al respecto.
Llegamos al Estrecho de Magallanes
sobre las 22:30hs, aún en pleno día y como vimos que los
transbordadores aún operaban y que no había ningún lugar tranquilo
para pasar la noche del lado continental, hicimos la cola y sobre
medianoche, con el mar del estrecho muy revuelto, entramos a la isla
de Tierra del Fuego, que comparten Chile y Argentina, y nos quedamos
a dormir en un estacionamiento sobre la carretera para al día
siguiente intentar llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo
y punto final de nuestro cruce por las Américas.
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