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domingo, 19 de enero de 2014

35 - Por el reino del viento.



Del  10 al 13 de Enero, 2014.

La reserva natural de Península Valdés comprende la península propiamente dicha, que tiene una forma algo curiosa ya que la misma incluye a su vez a dos golfos separados por un istmo, y es un santuario de fauna marina donde varias especies de mamíferos marinos y aves van a reproducirse año tras año. La reserva es famosa mundialmente por ser el sitio desde donde se puede ver a la ballena franca austral amamantar a sus crías desde Mayo a Noviembre. En verano se pueden observar leones marinos, elefantes marinos, pingüinos y otras aves marinas y, si se tiene suerte, orcas que merodean cerca de las colonias de leones marinos al acecho de algún ejemplar descuidado.



 

Luego de informarnos en Puerto Pirámides sobre la mejor forma de visitar la reserva, primero subimos por el acantilado cercano al pueblo donde hay un mirador desde donde además del paisaje hermoso del lugar, se pueden observar varias colonias de leones marinos. Es interesante la forma en que se dividen en harenes donde un macho cuida a sus hembras y a sus crías. También se ven constantes peleas entre machos que aún no han formado su harem.
 








Después dejamos el asfalto y nos dirigimos por el centro de la península hacia Punta Valdés y vimos desde muy cerca a varias parejas de pingüinos anidando y tomando plácidamente el sol.






Seguimos hasta Punta Norte para ver más asentamientos de leones y elefantes marinos. Allí nos quedamos un buen rato intentando ver un nacimiento, que son frecuentes en esta época. Éste es también el punto desde donde se suelen observar a grupos de orcas varándose intencionalmente para atacar a los leones marinos. Según dicen este es el único sitio en el mundo donde las orcas cazan de esta manera.




 


La vuelta que dimos por la península nos llevó cerca de 200km, los cuales hicimos por carreteras de ripio (grava). Aunque los caminos no están en malas condiciones, en general son muy polvorientos, y Furgo no está aislada completamente, por lo que se nos llenó el interior de tal cantidad de polvillo fino que ni nosotros lo podíamos creer.





Nos detuvimos en el centro de interpretación del Istmo Ameghino, que está muy bien instalado y equipado, y en el estacionamiento estuvimos un muy buen rato haciendo una limpieza exhaustiva del interior. Allí mismo nos encontramos con una agradable pareja de jubilados suizos, quienes iniciaban un viaje de mucho tiempo en un camión 4x4 equipado para largas travesías, todo un lujo!




Bastante tarde, pero con la ventaja de la duración de los días en el verano austral, seguimos hacia el sur hasta Trelew y después de varios intentos encontramos una estación de servicio con las duchas disponibles, así que nos quitamos el polvo de encima con una buena ducha y nos quedamos allí mismo a pasar la noche.

Después de desayunar a la mañana siguiente, nos llegamos hasta una gran superficie de la construcción y compramos sellador de silicona, con la que aislamos los compartimientos internos donde guardamos nuestras cosas y la comida. También nos pusimos en proceso de desvelar desde donde entró tanto polvo, para poder aislar mejor el habitáculo, ya que en Patgonia es muy usual que los caminos sean de grava y no queríamos que nos suceda eso otra vez.

Si hay algo que caracteriza a la Patagonia, más que su fauna o su paisaje, es el viento que está omnipresente, la flora y fauna está adaptada y condicionada a él. Los habitantes de esta zona tienen que adaptar también su vida y convivir con el viento que es constante y fuerte, llegando de forma habitual hasta los 100km/h. Nosotros lo notamos bastante en la conducción, sobretodo de costado en que hay que tener mucho cuidado con las ráfagas que suelen desestabilizar el vehículo de forma peligrosa.

 
Por la tarde pasamos Comodoro Rivadavia, zona pionera en la explotación petrolera argentina, aún en la provincia de Chubut y nos detuvimos en una villa turística cercana llamada Rada Tilly, donde pasamos la tarde cerca de la playa (el viento sigue siendo terrible, siempre) y más tarde, con el viento más calmado, caminamos a lo largo de la línea de playa que son unos 3km admirando el paisaje y las casas de nueva construcción de la gente rica de la zona.



...sólo la pecera es más grande que nuestra querida Furgo!

Entramos en la provincia de Santa Cruz y continuamos por la estepa pero sin aburrirnos debido al viento y a la especial atención que hay que prestarle a los guanacos (un tipo de camélido parecido a la llama muy común en la Patagonia) y a los ñandúes (avestruz patagónica, más pequeña que la africana) que se pasean peligrosamente cerca de la carretera (hemos vistos accidentes provocados por estos animales) nos decidimos de probar suerte nuevamente en el ripio y nos desviamos 50km hacia el oeste para ver el Monumento Natural Bosque Petrificado. 

Hace 150 millones de años, incluso antes de que los Andes existan, la Patagonia era un lugar templado, húmedo y fértil, poblada por grandes bosques y dinosaurios. Al formarse los Andes, grandes erupciones cubrieron de cenizas y destrozaron estos bosques. Luego, un lento proceso a través de la lluvia y los minerales del suelo que fueron incorporándose y penetrando en cada célula de la madera, transformó los restos en piedras que se asemejan a cristal (silicificación)









Hoy día se pueden observar en este y otros muchos puntos restos de bosques de araucarias petrificadas. 

Este yacimiento, gestionado por parques nacionales está en un entorno paisajístico precioso y bien conservado. Los guardaparques nos asesoraron y explicaron muy bien y nosotros hicimos un sendero autoguiado por la zona. 


Aunque hicimos en total otros 100km de ripio, esta vez el problema del polvillo no fue grave y tuvimos la suerte de que durante la visita y el camino no soplaba casi viento, algo inusual por aquí. Apenas volvimos a la ruta 3, nos detuvimos en una entrada a limpiar y a ducharnos (todavía había buena temperatura).

Réplica de la Nao Victoria, de la expedición de Hernando De Magallanes.



Llegamos bien tarde a Puerto San Julián que está sobre un golfo que se extiende paralelo a la costa y que hace que sea un buen puerto natural. Allí la expedición de Magallanes encontró un buen lugar para descansar de los vientos del Atlántico y nosotros también aprovechamos el lugar para pasar la noche al lado del mar.






 
Siempre con el viento como protagonista, y esta vez sin treguas como en el día anterior, paramos en la localidad de Comandante Luis Piedrabuena a comer y dormir una buena siesta, cruzamos luego Rio Gallegos y ya a la tardecita pasamos a Chile con la intención de dormir antes de cruzar hacia la isla de Tierra del Fuego. Hicimos los trámites rápidamente, aunque nos asustamos un poco ya que el servicio de protección agropecuario chileno nos encontró un pequeño resto de miel (que traíamos de Panamá) y, aparte de decomisarlo, temimos que nos multen, ya que son exageradamente estrictos al respecto.

Llegamos al Estrecho de Magallanes sobre las 22:30hs, aún en pleno día y como vimos que los transbordadores aún operaban y que no había ningún lugar tranquilo para pasar la noche del lado continental, hicimos la cola y sobre medianoche, con el mar del estrecho muy revuelto, entramos a la isla de Tierra del Fuego, que comparten Chile y Argentina, y nos quedamos a dormir en un estacionamiento sobre la carretera para al día siguiente intentar llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo y punto final de nuestro cruce por las Américas.




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