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martes, 28 de enero de 2014

36 - Lo conseguimos: llegamos al fin del mundo...


Del 14 al 20 de Enero, 2014

Amanecimos en Tierra del Fuego,  al costado del camino aún del lado chileno y en el medio de la estepa, solos y con el viento frío siempre presente. Nos quedaban ahora unos 150km de ripio por Chile hasta la frontera con Argentina y después carretera asfaltada otros 300km hasta Ushuaia. La carretera del lado chileno no está muy cuidada, ya que sólo comunica a unos pocos habitantes del lugar y es mayoritariamente usada por argentinos, turistas que van a Ushuaia y transportes que van a la zona industrial de Rio Grande, del lado argentino. Aunque estábamos deseosos de cumplir con esta meta, nos lo tomamos con mucha calma y a un ritmo muy relajado. Cruzamos otra vez puestos fronterizos de ambos lados, siempre de forma tranquila y eficiente, como viene siendo la burocracia entre los dos países. Cruzamos por la circunvalación Rio Grande y ya dejando un poco la estepa para adentrarnos en los Andes fueguinos, nos paramos en Tolhuin, un pueblo a orillas del Lago Fagnano a comprar a una panadería famosa del lugar, donde además muy cordialmente, al preguntarles dónde podíamos encontrar duchas, nos ofrecieron las suyas.




Fuimos a ver el lago y seguimos hacia el sur por las primeras estribaciones de la cordillera, donde ya se empieza a ver nieve, ríos de agua cristalina, turberas y bosques.
Justo en Paso Garibaldi, a pocos kilómetros de nuestro destino Furgo cumplió sus primeros 300.000km, se lo festejamos cantándole el cumpleaños feliz y más adelante, ya entrábamos emocionados a Ushuaia, en medio de una tarde muy gris, fría y ventosa.



Ushuaia es un puerto que creció muchísimo en los últimos años, principalmente por el turismo. Si bien la ciudad tiene un ambiente cálido y cuenta con muchas casas y edificios de diseño nórdico o centro europeo, no tiene un mayor atractivo que el de ser la ciudad más austral del mundo. El paisaje de alrededor, en cambio, es imponente: glaciares, picos nevados, bosques y ríos de agua pura que desembocan en el Canal de Beagle, que ya por sí mismo es un lugar precioso.



Nos informamos en la oficina de turismo y luego nos instalamos para pasar la noche en la ruta que va al glaciar Martial, que está justo sobre la ciudad dominando el paisaje, y que se llega conduciendo unos 7km desde el centro mismo. Allí pusimos a prueba nuestra capacidad de soportar el frío por la noche, encendimos unas velitas, llenamos nuestra bolsa de agua caliente y nos abrigamos bien.


Por la mañana las montañas a nuestro alrededor estaban nevadas con nieve nueva, y aunque se había derretido, también había nevado sobre nosotros. De todas maneras dormimos bien y no sufrimos mucho el frío.

Entramos por la mañana al Parque Nacional Tierra del Fuego, que está algo más al oeste, limitando con Chile. Allí termina la RN3, en Bahía Lapataia, y ese también fue el punto más al sur de nuestro viaje y el destino real de toda nuestra aventura, al cual llegamos a las 13:00hs del 15 de Enero de 2014 después de haber recorrido alrededor de 37.100km por las tres Américas.


Amb les Quelitas a la fi del món (gràcies papà i mamà)


El Parque Nacional Tierra del Fuego es el único en Argentina que comprende montañas, bosque, lagos, ríos y mar. Sus paisajes son magníficos, está bien cuidado y es un placer recorrerlo a diversas horas durante el día ya que el clima a esas latitudes es muy cambiante y la luz solar le va dando al lugar diferentes matices. Nosotros dormimos dos noches en uno de los campings gratuitos del parque, a orillas de un río en medio de la naturaleza más pura.


Distancia del Parque Nacional hasta Buenos Aires.


Allí también hicimos caminatas por los senderos del parque, visitamos los miradores, también disfrutamos observando ejemplares de fauna (zorros, liebres, cauquenes, y aunque no vimos castores, sí vimos sus castoreras) y flora andina que se compone básicamente de lengas, ñires, guindos y canelos. Por las tardes nos fuimos un rato hasta Ushuaia, a unos 15km del parque para conectarnos a internet y visitar la ciudad.








El 17 de Enero por la mañana dejamos Ushuaia y comenzamos nuestro retorno por el camino más largo, siguiendo los Andes. Volvimos a detenernos un rato en Tolhuín para comprar pan, pasamos nuevamente por los puestos fronterizos y luego de cruzar con el transbordador por segunda vez el Estrecho de Magallanes, esta vez giramos hacia el oeste y, siempre en Chile, pasamos por el pueblo fantasma de San Gregorio, llegamos a la tardecita a Punta Arenas y dormimos en un estacionamiento de su avenida costanera, sobre el estrecho.






Punta Arenas es una ciudad mucho más ordenada que Ushuaia, fue creciendo de a poco al ritmo de estancias ganaderas y del desarrollo dado por su puerto, a orillas del estrecho. Se puede ver en sus edificios clásicos, en sus calles anchas, en el orden de sus construcciones, paseos, casas particulares, etc. También es cierto que notamos a la ciudad algo fría (más allá del clima, extremadamente ventoso), aunque sus habitantes nos parecieron muy amables.
Punta Arenas también tiene una zona franca, o sea, libre de impuestos, la gente viene de otras partes, y mucha del sur de Argentina a hacer compras. Nosotros dimos unas vueltas por sus tiendas pero no encontramos nada que nos parezca a precios razonables, más bien daba la impresión de estar a precios superiores a los europeos, especialmente en artículos de marca.







Antes de marcharnos de la ciudad el domingo por la mañana, entramos al cementerio, visita turística recomendada que reúne la historia de la formación y apogeo de la ciudad, como así también es una buena forma de ver cómo estaba compuesta su sociedad y quienes fueron sus pioneros, mayoritariamente europeos con una gran cantidad de ciudadanos croatas. Los panteones, calles y tumbas están perfectamente cuidadas y mantenidas y vale la pena la visita.
Nuestro destino era Puerto Natales pero nos detuvimos en un pequeño poblado llamado Villa Tehuelche a ver la Fiesta de la Esquila que se hace todos los años y es un evento sumamente importante para toda la región, se hacen competencias de esquila, se muestran a perros ovejeros trabajando, se come cordero asado y se hace un festival de doma de caballos, todo esto amenizado con música folklórica en vivo, bailes y buen ambiente popular (es curioso que la música y bailes sean todos del cancionero folklórico argentino). Había gran cantidad de gente y a pesar de la climatología adversa la gente acampaba, bailaba y se desenvolvía con total normalidad.








Con viento fuerte, como siempre, entramos a Puerto Natales a la tardecita. Esta pequeña ciudad se halla al margen de un fiordo y es punto de partida para visitar el parque nacional de Torres del Paine. En sí la ciudad es bastante bonita, aunque de clima extremo. Por suerte en el albergue del club local nos dejaron duchar y dormimos en la costanera al lado del fiordo.


A la mañana siguiente y después de aprovisionarnos hicimos camino primero hasta Cerro Castillo y luego de recorrer unos 50km de ripio entramos al Parque Nacional Torres del Paine, quizás el sitio turístico más valorado y recomendado de Chile.

domingo, 19 de enero de 2014

35 - Por el reino del viento.



Del  10 al 13 de Enero, 2014.

La reserva natural de Península Valdés comprende la península propiamente dicha, que tiene una forma algo curiosa ya que la misma incluye a su vez a dos golfos separados por un istmo, y es un santuario de fauna marina donde varias especies de mamíferos marinos y aves van a reproducirse año tras año. La reserva es famosa mundialmente por ser el sitio desde donde se puede ver a la ballena franca austral amamantar a sus crías desde Mayo a Noviembre. En verano se pueden observar leones marinos, elefantes marinos, pingüinos y otras aves marinas y, si se tiene suerte, orcas que merodean cerca de las colonias de leones marinos al acecho de algún ejemplar descuidado.



 

Luego de informarnos en Puerto Pirámides sobre la mejor forma de visitar la reserva, primero subimos por el acantilado cercano al pueblo donde hay un mirador desde donde además del paisaje hermoso del lugar, se pueden observar varias colonias de leones marinos. Es interesante la forma en que se dividen en harenes donde un macho cuida a sus hembras y a sus crías. También se ven constantes peleas entre machos que aún no han formado su harem.
 








Después dejamos el asfalto y nos dirigimos por el centro de la península hacia Punta Valdés y vimos desde muy cerca a varias parejas de pingüinos anidando y tomando plácidamente el sol.






Seguimos hasta Punta Norte para ver más asentamientos de leones y elefantes marinos. Allí nos quedamos un buen rato intentando ver un nacimiento, que son frecuentes en esta época. Éste es también el punto desde donde se suelen observar a grupos de orcas varándose intencionalmente para atacar a los leones marinos. Según dicen este es el único sitio en el mundo donde las orcas cazan de esta manera.




 


La vuelta que dimos por la península nos llevó cerca de 200km, los cuales hicimos por carreteras de ripio (grava). Aunque los caminos no están en malas condiciones, en general son muy polvorientos, y Furgo no está aislada completamente, por lo que se nos llenó el interior de tal cantidad de polvillo fino que ni nosotros lo podíamos creer.





Nos detuvimos en el centro de interpretación del Istmo Ameghino, que está muy bien instalado y equipado, y en el estacionamiento estuvimos un muy buen rato haciendo una limpieza exhaustiva del interior. Allí mismo nos encontramos con una agradable pareja de jubilados suizos, quienes iniciaban un viaje de mucho tiempo en un camión 4x4 equipado para largas travesías, todo un lujo!




Bastante tarde, pero con la ventaja de la duración de los días en el verano austral, seguimos hacia el sur hasta Trelew y después de varios intentos encontramos una estación de servicio con las duchas disponibles, así que nos quitamos el polvo de encima con una buena ducha y nos quedamos allí mismo a pasar la noche.

Después de desayunar a la mañana siguiente, nos llegamos hasta una gran superficie de la construcción y compramos sellador de silicona, con la que aislamos los compartimientos internos donde guardamos nuestras cosas y la comida. También nos pusimos en proceso de desvelar desde donde entró tanto polvo, para poder aislar mejor el habitáculo, ya que en Patgonia es muy usual que los caminos sean de grava y no queríamos que nos suceda eso otra vez.

Si hay algo que caracteriza a la Patagonia, más que su fauna o su paisaje, es el viento que está omnipresente, la flora y fauna está adaptada y condicionada a él. Los habitantes de esta zona tienen que adaptar también su vida y convivir con el viento que es constante y fuerte, llegando de forma habitual hasta los 100km/h. Nosotros lo notamos bastante en la conducción, sobretodo de costado en que hay que tener mucho cuidado con las ráfagas que suelen desestabilizar el vehículo de forma peligrosa.

 
Por la tarde pasamos Comodoro Rivadavia, zona pionera en la explotación petrolera argentina, aún en la provincia de Chubut y nos detuvimos en una villa turística cercana llamada Rada Tilly, donde pasamos la tarde cerca de la playa (el viento sigue siendo terrible, siempre) y más tarde, con el viento más calmado, caminamos a lo largo de la línea de playa que son unos 3km admirando el paisaje y las casas de nueva construcción de la gente rica de la zona.



...sólo la pecera es más grande que nuestra querida Furgo!

Entramos en la provincia de Santa Cruz y continuamos por la estepa pero sin aburrirnos debido al viento y a la especial atención que hay que prestarle a los guanacos (un tipo de camélido parecido a la llama muy común en la Patagonia) y a los ñandúes (avestruz patagónica, más pequeña que la africana) que se pasean peligrosamente cerca de la carretera (hemos vistos accidentes provocados por estos animales) nos decidimos de probar suerte nuevamente en el ripio y nos desviamos 50km hacia el oeste para ver el Monumento Natural Bosque Petrificado. 

Hace 150 millones de años, incluso antes de que los Andes existan, la Patagonia era un lugar templado, húmedo y fértil, poblada por grandes bosques y dinosaurios. Al formarse los Andes, grandes erupciones cubrieron de cenizas y destrozaron estos bosques. Luego, un lento proceso a través de la lluvia y los minerales del suelo que fueron incorporándose y penetrando en cada célula de la madera, transformó los restos en piedras que se asemejan a cristal (silicificación)









Hoy día se pueden observar en este y otros muchos puntos restos de bosques de araucarias petrificadas. 

Este yacimiento, gestionado por parques nacionales está en un entorno paisajístico precioso y bien conservado. Los guardaparques nos asesoraron y explicaron muy bien y nosotros hicimos un sendero autoguiado por la zona. 


Aunque hicimos en total otros 100km de ripio, esta vez el problema del polvillo no fue grave y tuvimos la suerte de que durante la visita y el camino no soplaba casi viento, algo inusual por aquí. Apenas volvimos a la ruta 3, nos detuvimos en una entrada a limpiar y a ducharnos (todavía había buena temperatura).

Réplica de la Nao Victoria, de la expedición de Hernando De Magallanes.



Llegamos bien tarde a Puerto San Julián que está sobre un golfo que se extiende paralelo a la costa y que hace que sea un buen puerto natural. Allí la expedición de Magallanes encontró un buen lugar para descansar de los vientos del Atlántico y nosotros también aprovechamos el lugar para pasar la noche al lado del mar.






 
Siempre con el viento como protagonista, y esta vez sin treguas como en el día anterior, paramos en la localidad de Comandante Luis Piedrabuena a comer y dormir una buena siesta, cruzamos luego Rio Gallegos y ya a la tardecita pasamos a Chile con la intención de dormir antes de cruzar hacia la isla de Tierra del Fuego. Hicimos los trámites rápidamente, aunque nos asustamos un poco ya que el servicio de protección agropecuario chileno nos encontró un pequeño resto de miel (que traíamos de Panamá) y, aparte de decomisarlo, temimos que nos multen, ya que son exageradamente estrictos al respecto.

Llegamos al Estrecho de Magallanes sobre las 22:30hs, aún en pleno día y como vimos que los transbordadores aún operaban y que no había ningún lugar tranquilo para pasar la noche del lado continental, hicimos la cola y sobre medianoche, con el mar del estrecho muy revuelto, entramos a la isla de Tierra del Fuego, que comparten Chile y Argentina, y nos quedamos a dormir en un estacionamiento sobre la carretera para al día siguiente intentar llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo y punto final de nuestro cruce por las Américas.