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jueves, 19 de diciembre de 2013

30 – Perú, polvoriento.

Contrabando de gasolina a escasos metros del puesto de aduanas.


Del 30 de Noviembre al 4 de Diciembre, 2013

 

La frontera del lado peruano no es muy concurrida y lo primero que hay que hacer antes de cualquier trámite, es conseguir el seguro para el vehículo. Éste seguro lo vendían en un mugroso bar justo después del puente. Preguntamos y sin mirarnos ni inmutarse siquiera nos dijeron que no tenían seguros disponibles y que quizás por la tarde, más de 8 horas después, se los traerían y que les digamos a la policía que nos deje llegar al siguiente pueblo (y volvieron a lo que estaban haciendo sin más explicaciones).


La policía dijo que no nos podrían dejar ir, pero a base de insistencia, aceptaron hacernos los trámites. Para hacernos el permiso de importación temporario tardaron un tiempo increíble, ya que no sabían cómo hacerlo, aparte que los desplegables de opciones de países del sistema estaba en inglés y no encontraban “España” (...y no entendían que tenían que buscar por “Spain”).



Después de un muy buen rato con un trámite de minutos y de seguir insistiendo con que nos dejen seguir, aceptaron porque les dijimos que teníamos un seguro internacional (que en realidad no servía para Furgo porque era de salud, pero a ellos pareció convencerlos). Salimos por fin y empezamos enseguida a adivinar que el país iba a ser distinto de lo que veníamos viendo, ya empezaba a asomar el desierto y los pocos caseríos que pasábamos eran conjuntos de chozas de mimbre o adobe, en general todo muy derruido, sucio y polvoriento. Algunos kilómetros después nos pararon de un puesto de control de aduanas, aparentemente la policía de la frontera les había avisado de nosotros, nos preguntaron si teníamos algún seguro internacional, así que les mostramos nuestra póliza, que estaba escrita en inglés y nos dejaron pasar, no así a la otra gente que venía detrás de nosotros. Hicimos más de cien kilómetros hasta Sullana, la ciudad donde en teoría encontraríamos donde hacer el seguro. La ciudad nos engulló en medio de una marea de triciclos mototaxis y vehículos destartalados que no tenían ningún tipo de regla de circulación salvo tocar bocina constantemente, y de la que no podíamos salir, ni siquiera para parar a preguntar. Hemos circulado por muchas ciudades, con todo tipo de tráfico, pero ésta fue la primera en la que sentimos un temor real de accidente y de inseguridad. Vimos un cartel donde decía que hacían seguros, nos estacionamos en una calle un poco más a salvo del enjambre de mototaxis y caminamos hasta un cajero automático. Volvimos donde estaba Furgo para buscar los papeles, hicimos el seguro con un hombre muy odioso en una oficina cochambrosa con el que discutimos, ya que antes de leer los documentos decía que la información que contenían era insuficiente. Que este hombre tenga al alcance de su mano, y completamente a la vista una pistola calibre 22, sumado a que todos los negocios del centro de la ciudad atendían detrás de rejas nos confirmaba que esa no era una ciudad como para pasar unas apacibles vacaciones.

 
Regresamos enseguida donde estaba Furgo y un vecino desde su balcón y un chico que trabajaba sobre una escalera a escasos metros nos informaron, sin demostrar mayor emoción, que hasta que nos vieron habían estado dos personas intentando robarnos a Furgo, y un boquete en la cerradura lo confirmaba. Por suerte no lo habían logrado a pesar de haberla forzado bastante. Dijimos: “gracias por la información” y escapamos literalmente de la ciudad a toda la velocidad que pudimos. 


Esquivamos Piura y encaramos el desierto, no sin antes haber sido detenidos por un patrullero en el medio de la nada con el pretexto de haber cometido alguna infracción, pero le ganamos de mano comentándoles indignados el suceso en Sullana y nos despidieron, dándonos algunos consejos obvios y olvidándose de la presunta falta. Algo más tarde, pasado el mediodía, paramos en medio del desierto cerca de otros camiones para cocinar algo, pero se nos terminó el gas de la cocina. Definitivamente no tuvimos una buena bienvenida a Perú...

Perú también se divide en tres regiones que la cruzan en todo su largo: el desierto costero, la cordillera y la selva amazónica. Esta vez nuestra ruta era bordeando el Pacífico, por lo que casi todo el recorrido sería de desierto. Bien entrada la tarde llegamos a Chiclayo, sobre la costa. Necesitábamos algo de información y un mapa, por lo que nos llegamos hasta el centro y, mientras Pablo cuidaba a Furgo, Malén se acercó a la oficina de turismo. Ahí le dieron información, mapas y folletería.
Como no queríamos saber nada de ciudades, apenas conseguimos lo que buscábamos salimos a la panamericana rumbo sur y nos paramos para pasar la noche en un gran parador de camioneros, cenamos en el restaurante del parador y probamos la buena cocina peruana, ...al menos terminábamos bien el día!

Seguimos avanzando por el desierto que se nos presentaba de todas las formas que conocíamos: dunas de arena, planicies de tierra, montañas bajas de rocas pequeñas y tantas otras. A veces también alternábamos con zonas de cultivo con riego pero siempre el mismo ambiente de calor, viento y polvo. Sobre la arena se alzan chozas de mimbre y urbanizaciones informales aparentemente con el propósito de conseguir en el futuro una cesión de tierras por parte del gobierno, aunque de sobra se nota que el gobierno no conoce más del Perú que Lima y la zona turística del Cuzco sin olvidarse, en época de elecciones, de enviar a pintar cada pared disponible con consignas electorales, promesas de progreso, bienestar y crecimiento. Literalmente una burla más que cruel al castigado y relegado pueblo peruano .



Llegamos a Trujillo, la ciudad playera de Perú, pero sólo entramos hasta el yacimiento arqueológico de Chan Chan, la capital del antiguo reino Chimú, anterior al Inca y que floreció entre los siglos IX y XV de nuestra era. Este patrimonio de la humanidad de la UNESCO, también fue declarado la ciudad de barro más grande del mundo y asombra en el buen estado de conservación en que se halla. Los Chimús aprovecharon el mar al máximo, pescaban con redes, anzuelos y otras técnicas y navegaban con pequeñas barcas fabricadas con totoras que aún hoy se fabrican con las mismas técnicas y utilizan los pescadores artesanales de la región. Todas las paredes de las construcciones ceremoniales están ricamente decoradas con bajo y alto relieves representando motivos marinos.

Perro de raza Viringo, típico peruano, se caracterizan por la casi ausencia de pelo y su alta temperatura corporal


También visitamos el museo y otro sitio arqueológico, la Huaca Esmeralda, que queda a pocos kilómetros, dentro de la ciudad, era un centro ceremonial y también está decorado con el mismo tipo de dibujos.




 

Para pasar la noche nos fuimos unos pocos kilómetros al norte a las playas de Huanchaco, lugar vacacional de la región. Allí se pueden ver los famosos caballitos de totora, y si bien las playas no son demasiado atractivas para el baño, encontramos un lugar donde estacionar seguros justo al lado de otra pareja holandesa que ya hacen más de 10 años que viajan por todo el mundo en un Toyota Land Cruiser de 1984.




Salimos nuevamente al desierto siempre por la panamericana y rumbo sur, con los mismos paisajes desoladores, tanto en lo geológico como en lo humano. En la ciudad de Chimbote, encontramos un lugar para recargar gas para nuestra cocina. Estos generalmente son recintos cerrados fuertemente custodiados, sin ventanas ni puertas y con una pequeña abertura giratoria del tamaño de una botella de gas estándar para retirar o depositar las bombonas. Allí, a través de la pequeña puerta nos atendieron muy bien, aunque nos dijeron que el billete que les habíamos entregado era falso, y lo era. Perú es la capital del dinero falso, tanto local como en dólares. Cansados del sistema y de tener que tener extremo cuidado en cada pequeña cosa que hacíamos, a la menos oportunidad jugamos el mismo juego (el más popular en esos lares) y lo entregamos.
Perú vive en un juego de autodestrucción y de “sálvese quien pueda”, nadie hace nada porque no vale la pena, nadie se queja porque está prohibido, nadie limpia porque total el próximo que pase va a ensuciar otra vez, si conduzco paso yo primero, ni hablar de ceder en ningún caso. Si puedes hacerte con algo, aunque pertenezca a otro, hazlo. Por ejemplo, la grifería y accesorios de los baños con acceso público están asegurados con hierros, si no, desaparecen, al igual que espejos, insignias y otras partes de los pocos automóviles particulares que hay, y lo vimos bastante. Es muy normal que cuando nos acercamos a alguien para preguntar algo éste nos mire con actitud de desconfianza hasta estar completamente seguro de que no somos un posible peligro. Todo el mundo desconfía de todo.






A unos 200km. cerca de Supe, antes de llegar a Lima nos desviamos para conocer la Ciudad Sagrada de Caral, otro impresionante patrimonio de la humanidad de la UNESCO y que se encuentra en una gran explanada polvorienta sobre un valle fértil que aún hoy es intensamente utilizado con sembradíos por la gente del lugar.
Este yacimiento es sumamente interesante, ya que esta ciudad fue construida alrededor de 3000 años AC (contemporánea a la egipcia) y descubierta en los 90´s de nuestra era ya que estaba totalmente cubierta de arena y tierra. El conjunto lo componen pirámides, anfiteatros, centros ceremoniales, residencias y es la civilización conocida más antigua de América, cuando los Incas pasaron por el lugar seguramente se encontraron sólo con rocas y arena.
Nosotros llegamos casi sobre la hora de cierre del yacimiento, así que rogándole un poco al guía y guarda del lugar nos hizo un buen precio para que podamos entrar y hacer una visita guiada un poco más rápido de lo habitual, que disfrutamos mucho, ya que el lugar era todo para nosotros. Esa noche dormimos en Caral, un pueblito muy pequeño y tranquilo al lado de la ciudad sagrada.



Petroglifo en Caral, se considera la primera manifestación artística americana



 

Continuando nuestra ruta al sur llegamos y atravesamos Lima por la panamericana en alrededor de dos horas y media. Nada mal teniendo en cuenta el tráfico, el tamaño de la ciudad y que la ruta pasa a escasos metros del centro histórico de la misma. Una vez afuera, nos paramos en un supermercado cerca de una urbanización lujosa de las afueras y continuamos hasta una gasolinera cerca de Ica, donde fuimos recibidos muy cordialmente.




 



Sin olvidarnos del desierto, temprano llegamos hasta Nazca, donde desde un mirador vimos parte del conjunto de las famosas líneas, luego, enseguida abandonamos el desierto costero y comenzamos la subida hacia Cuzco.









La carretera comienza después de la desordenada Nazca a subir vertiginosamente por caminos muy interesantes de montaña con paisajes muy bonitos. En Abra Galera se llega a los 4200msnm y un poco más adelante, aunque no lo dice en ningún lado, nos confirmaron que se llega a los 4800msnm. Ya casi de noche y después de varios retrasos por obras llegamos a Chalhuaca, una ciudad de montaña que también funciona de oasis para buses y camiones. Allí dormimos con bastante frío en una estación de servicio y nos preparamos para el tramo final hacia la antigua capital del imperio Inca.





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