Del 26 al 29 de
Noviembre, 2013.
Entramos cerca del
mediodía a Ecuador por Rumichaca, con
el puente recién inaugurado.
Las instalaciones son modernas, los funcionarios profesionales,
atentos y todo funciona bien. Enseguida nos encontramos con
carreteras en perfecto estado y bien señalizadas, y, aunque nos
demoramos bastante por las obras de construcción de los nuevos
carriles de la autopista, fuimos pacientes, ya que esos son
inconvenientes inevitables para tener en el futuro mejores servicios.
Ecuador se divide
básicamente en tres regiones que la cruzan a lo largo, la zona baja,
sobre la costa del Pacífico, la cordillera y la región de la selva
amazónica. Nosotros decidimos cruzar el país de norte a sur por la
cordillera, sabiendo que la carretera se mantiene prácticamente en
todo su recorrido en alrededor de los 2500 metros sobre el nivel del
mar, llegando en algunos puntos a los 3400mts. Esta región de la
cordillera está salpicada de volcanes, algunos activos, en general
majestuosos y por eso a la región se la llama “La Avenida de los
Volcanes”
Pedimos a un agente de
policía donde podíamos quedarnos, y cordialmente nos dijo que en su
cuartel general tenían un patio con un estacionamiento donde
estaríamos bien. Tranquilos nos quedamos un muy buen rato más en el
centro paseando y ya entrada la noche nos fuimos para el lugar. Una
vez dentro nos volvimos a encontrar con el mismo agente quien nos
confirmó y ubicó en un lugar tranquilo. De todas maneras también
dimos parte en las oficinas, informando de que estábamos allí, y
más tarde otro oficial vino y nos tomó los datos para registrarnos,
algo que muchas veces hacen e incluso nos ofreció los baños y
duchas. Ya cuando estábamos a punto de irnos a dormir, se acerca
otro oficial y sin saludar y de mal modo empezó a repetir sin parar
¡Váyanse de aquí!, a lo que confundidos le pedimos que deje de
repetir, que nos iríamos y que nos dé alguna explicación. El
personaje éste (para no decir imbécil) no dejó de repetir como un
loro la misma frase todo el tiempo, le pedimos que no sea necio, que
nos iríamos pero que no nos deje sin protección, que por favor nos
diga un sitio donde podíamos estar tranquilos, ya que era muy tarde
y no conocíamos la ciudad. Nos dijo que si nos pasaba algo que
hiciéramos una denuncia, pero que nos vayamos. Seguimos insistiendo
y nos dijo, ¡Váyanse a un hotel!. De paso delante nuestro y en un
alarde de autoritarismo, reprendió al oficial que anteriormente nos
había dado permiso.
Muy enfadados nos fuimos
de allí y por suerte muy cerca del lugar estaba el cuartel de
bomberos, quienes nos acogieron y trataron muy bien. Por la mañana,
nos dejaron quedar estacionados dentro de su garage (del que quitaron
una ambulancia gemela de Furgo, donada en su momento por el gobierno
español) y Pablo les puso a punto una motosierra que no les
funcionaba bien.
Por la mañana fuimos al
mercado de artesanías y pasamos de nuevo por el cuartel de policía,
donde el oficial que en primera instancia nos había permitido estar
allí y luego había sido reprendido nos recibió muy apenado y nos
pidió disculpas por el hecho, nos dijo que el oficial que nos había
echado siempre se comportaba de manera grosera y que por favor lo
denunciemos a la prensa. También nos consiguió una entrevista con
el jefe de la policía de la ciudad al que le comentamos la situación
y nos pidió disculpas prometiendo que sancionaría al inepto y
resentido oficial.
Ya tranquilos por haber
hecho justicia, fuimos a visitar las cascadas de Peguche, que están
ubicadas en un bosque muy bonito muy cerca de la ciudad y a las que
se llega luego de alrededor de un kilómetro de caminata. El lugar
pertenece a una comunidad indígena local, y en su tiempo era un
sitio sagrado para ellos.
Seguimos hacia el sur
preguntando regularmente, ya que no teníamos un buen mapa y al pasar
por las ciudades no sabíamos si salíamos por el lugar correcto,
queríamos esquivar Quito, la capital, pero aparentemente no había
muchas rutas alternativas. Cruzamos la línea del ecuador por una
ruta opcional a la panamericana, por lo que nos perdimos el
monumento de la mitad del mundo. Más adelante subimos bastante y
rodeamos la capital por la circunvalación, que va como “colgada”
de las montañas que rodean la ciudad. Una vez afuera de Quito y de
su tráfico, avanzamos bastante por la autopista y nos detuvimos a
pasar la noche en una estación de servicio en las afueras de Ambato.
Por la mañana avanzamos
un poco más con el imponente volcán Chimborazo de más de 6000mts.
a nuestra derecha y entramos en Riobamba, allí caminamos por el
centro, y en las oficinas de la secretaría de turismo nos conectamos
a internet y nos dieron bastante información y regalos, aunque
también hubiésemos apreciado que nos den o que podamos ver un mapa
un poco más completo de las carreteras del pais (ellos ni siquiera
disponían uno para su propio uso). Luego de nuestra visita relámpago
a Riobamba, seguimos por los preciosos paisajes de la región,
siempre serpenteando montañas. Pasamos por El Tambo y llegamos
bastante tarde (en el ecuador, a las 17hs ya casi es de noche) a
Cuenca, una ciudad realmente encantadora, podría pasar perfectamente
por alguna ciudad europea, española o portuguesa. Su arquitectura es
colonial, tiene una buena cantidad de parques y jardines muy
cuidados, una avenida al lado de un río y es muy limpia, amplia y
ordenada. Caminamos su centro, preguntamos donde podíamos dormir y
en información turística nos sugirieron uno de los parques, pero no
vimos que tengan seguridad más que unos cuidacoches así que nos
dirigimos al cuartel de bomberos, que funciona también como escuela
de bomberos. Allí nos dijeron que probablemente podríamos quedarnos
pero que estaban teniendo varias emergencias juntas y que tendríamos
que esperar a que el comandante llegara para darnos la respuesta
definitiva. Luego de un buen rato nos confirmaron que no podríamos
quedarnos, pero nos recomendaron una gasolinera, en la que al final
pudimos descansar después de un día bastante agotador. Como dato,
cabe recalcar que Ecuador tiene el precio de los combustibles más
bajo de los países que hemos visitado. A pesar de que el país usa
el dólar estadounidense como moneda, los precios en general no están
altos, y, por ejemplo el diesel está a menos de 0,30U$S el litro.
Al día siguiente,
siempre por caminos de montaña, visitamos el pueblo de Saraguro, un
lugar muy típico y encantador, compramos pan y charlamos un rato con
los dueños del negocio, una pareja muy amable, quienes nos regalaron
una bolsa de pan para que llevemos por el camino.
El resto de la ruta hacia
nuestra última ciudad en Ecuador fue especialmente sinuoso, aunque
los paisajes aún más bonitos. Ya casi en la frontera se va dejando
la vegetación espesa para pasar de a poco a otra de un verde más
seco. La ciudad fronteriza donde dormimos se llama Macará, allí la
policía no tuvo ningún problema de que nos estacionemos frente a su
cuartel. Macará es una ciudad sin ningún atractivo, aunque están
haciendo obras de mejoramiento de su plaza central. Aparte, tiene una
pista de aterrizaje en desuso que divide la ciudad en dos y que la
gente usa como parque recreativo.
Ya preparados para cruzar
a Perú, temprano cargamos combustible, aunque no permiten (bajo
control del ejército) que se rellenen botellas ni ningún tipo de
depósito extra. Los trámites de salida fueron rápidos y la
frontera es muy tranquila.
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