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jueves, 12 de diciembre de 2013

29 - Ecuador, por la avenida de los volcanes.





Del 26 al 29 de Noviembre, 2013.

Entramos cerca del mediodía a Ecuador por Rumichaca, con
el puente recién inaugurado. Las instalaciones son modernas, los funcionarios profesionales, atentos y todo funciona bien. Enseguida nos encontramos con carreteras en perfecto estado y bien señalizadas, y, aunque nos demoramos bastante por las obras de construcción de los nuevos carriles de la autopista, fuimos pacientes, ya que esos son inconvenientes inevitables para tener en el futuro mejores servicios.


Ecuador se divide básicamente en tres regiones que la cruzan a lo largo, la zona baja, sobre la costa del Pacífico, la cordillera y la región de la selva amazónica. Nosotros decidimos cruzar el país de norte a sur por la cordillera, sabiendo que la carretera se mantiene prácticamente en todo su recorrido en alrededor de los 2500 metros sobre el nivel del mar, llegando en algunos puntos a los 3400mts. Esta región de la cordillera está salpicada de volcanes, algunos activos, en general majestuosos y por eso a la región se la llama “La Avenida de los Volcanes”

Nuestro destino para el primer día fue Otavalo. La ciudad es muy ordenada, limpia y muy cuidada. No hay ninguna sensación de inseguridad y tampoco pobreza. Hay infraestructuras nuevas en todas partes y, aunque hay un gran porcentaje de aborígenes, se los ve respetuosos de su cultura y totalmente integrados.

Pedimos a un agente de policía donde podíamos quedarnos, y cordialmente nos dijo que en su cuartel general tenían un patio con un estacionamiento donde estaríamos bien. Tranquilos nos quedamos un muy buen rato más en el centro paseando y ya entrada la noche nos fuimos para el lugar. Una vez dentro nos volvimos a encontrar con el mismo agente quien nos confirmó y ubicó en un lugar tranquilo. De todas maneras también dimos parte en las oficinas, informando de que estábamos allí, y más tarde otro oficial vino y nos tomó los datos para registrarnos, algo que muchas veces hacen e incluso nos ofreció los baños y duchas. Ya cuando estábamos a punto de irnos a dormir, se acerca otro oficial y sin saludar y de mal modo empezó a repetir sin parar ¡Váyanse de aquí!, a lo que confundidos le pedimos que deje de repetir, que nos iríamos y que nos dé alguna explicación. El personaje éste (para no decir imbécil) no dejó de repetir como un loro la misma frase todo el tiempo, le pedimos que no sea necio, que nos iríamos pero que no nos deje sin protección, que por favor nos diga un sitio donde podíamos estar tranquilos, ya que era muy tarde y no conocíamos la ciudad. Nos dijo que si nos pasaba algo que hiciéramos una denuncia, pero que nos vayamos. Seguimos insistiendo y nos dijo, ¡Váyanse a un hotel!. De paso delante nuestro y en un alarde de autoritarismo, reprendió al oficial que anteriormente nos había dado permiso. 


 

Muy enfadados nos fuimos de allí y por suerte muy cerca del lugar estaba el cuartel de bomberos, quienes nos acogieron y trataron muy bien. Por la mañana, nos dejaron quedar estacionados dentro de su garage (del que quitaron una ambulancia gemela de Furgo, donada en su momento por el gobierno español) y Pablo les puso a punto una motosierra que no les funcionaba bien.



Por la mañana fuimos al mercado de artesanías y pasamos de nuevo por el cuartel de policía, donde el oficial que en primera instancia nos había permitido estar allí y luego había sido reprendido nos recibió muy apenado y nos pidió disculpas por el hecho, nos dijo que el oficial que nos había echado siempre se comportaba de manera grosera y que por favor lo denunciemos a la prensa. También nos consiguió una entrevista con el jefe de la policía de la ciudad al que le comentamos la situación y nos pidió disculpas prometiendo que sancionaría al inepto y resentido oficial.

 






Ya tranquilos por haber hecho justicia, fuimos a visitar las cascadas de Peguche, que están ubicadas en un bosque muy bonito muy cerca de la ciudad y a las que se llega luego de alrededor de un kilómetro de caminata. El lugar pertenece a una comunidad indígena local, y en su tiempo era un sitio sagrado para ellos. 














Seguimos hacia el sur preguntando regularmente, ya que no teníamos un buen mapa y al pasar por las ciudades no sabíamos si salíamos por el lugar correcto, queríamos esquivar Quito, la capital, pero aparentemente no había muchas rutas alternativas. Cruzamos la línea del ecuador por una ruta opcional a la panamericana, por lo que nos perdimos el monumento de la mitad del mundo. Más adelante subimos bastante y rodeamos la capital por la circunvalación, que va como “colgada” de las montañas que rodean la ciudad. Una vez afuera de Quito y de su tráfico, avanzamos bastante por la autopista y nos detuvimos a pasar la noche en una estación de servicio en las afueras de Ambato.



Por la mañana avanzamos un poco más con el imponente volcán Chimborazo de más de 6000mts. a nuestra derecha y entramos en Riobamba, allí caminamos por el centro, y en las oficinas de la secretaría de turismo nos conectamos a internet y nos dieron bastante información y regalos, aunque también hubiésemos apreciado que nos den o que podamos ver un mapa un poco más completo de las carreteras del pais (ellos ni siquiera disponían uno para su propio uso). Luego de nuestra visita relámpago a Riobamba, seguimos por los preciosos paisajes de la región, siempre serpenteando montañas. Pasamos por El Tambo y llegamos bastante tarde (en el ecuador, a las 17hs ya casi es de noche) a Cuenca, una ciudad realmente encantadora, podría pasar perfectamente por alguna ciudad europea, española o portuguesa. Su arquitectura es colonial, tiene una buena cantidad de parques y jardines muy cuidados, una avenida al lado de un río y es muy limpia, amplia y ordenada. Caminamos su centro, preguntamos donde podíamos dormir y en información turística nos sugirieron uno de los parques, pero no vimos que tengan seguridad más que unos cuidacoches así que nos dirigimos al cuartel de bomberos, que funciona también como escuela de bomberos. Allí nos dijeron que probablemente podríamos quedarnos pero que estaban teniendo varias emergencias juntas y que tendríamos que esperar a que el comandante llegara para darnos la respuesta definitiva. Luego de un buen rato nos confirmaron que no podríamos quedarnos, pero nos recomendaron una gasolinera, en la que al final pudimos descansar después de un día bastante agotador. Como dato, cabe recalcar que Ecuador tiene el precio de los combustibles más bajo de los países que hemos visitado. A pesar de que el país usa el dólar estadounidense como moneda, los precios en general no están altos, y, por ejemplo el diesel está a menos de 0,30U$S el litro.






Al día siguiente, siempre por caminos de montaña, visitamos el pueblo de Saraguro, un lugar muy típico y encantador, compramos pan y charlamos un rato con los dueños del negocio, una pareja muy amable, quienes nos regalaron una bolsa de pan para que llevemos por el camino.




El resto de la ruta hacia nuestra última ciudad en Ecuador fue especialmente sinuoso, aunque los paisajes aún más bonitos. Ya casi en la frontera se va dejando la vegetación espesa para pasar de a poco a otra de un verde más seco. La ciudad fronteriza donde dormimos se llama Macará, allí la policía no tuvo ningún problema de que nos estacionemos frente a su cuartel. Macará es una ciudad sin ningún atractivo, aunque están haciendo obras de mejoramiento de su plaza central. Aparte, tiene una pista de aterrizaje en desuso que divide la ciudad en dos y que la gente usa como parque recreativo.





Ya preparados para cruzar a Perú, temprano cargamos combustible, aunque no permiten (bajo control del ejército) que se rellenen botellas ni ningún tipo de depósito extra. Los trámites de salida fueron rápidos y la frontera es muy tranquila.


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