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martes, 15 de octubre de 2013

20 - Nicaragua.



Del 7 al 12 de Octubre, 2013.

El tiempo que se tarda para cruzar una frontera por estas tierras no se mide en la cantidad de gente haciendo fila, que generalmente es poca. Aparte de los siempre molestísimos, insolentes y descaradamente caraduras “gestores”, “cambistas”, y “cuidacoches”, el tiempo de las gestiones lo da la profesionalidad del funcionario de turno, generalmente son amables, pero no saben mucho de su trabajo (incluido leer y escribir, y tenemos pruebas que lo demuestran...), además, si uno tiene la mala suerte de que no haya nadie adelante, generalmente están jugando con el teléfono móvil o conectados a Facebook, (si hay internet o al menos computadoras) por lo que no les agrada mucho que uno los quite de sus entretenimientos. Cuando salimos de El Salvador, tuvimos que dar un par de vueltas de frontera a frontera, ya que no hay indicaciones y salimos por el lugar incorrecto, menos mal que los de seguridad lo entendieron. Ya del lado de Honduras, no había en el lugar ningún representante de la policía o el ejército, por lo que aparte de un par de guardias privados (y nada profesionales) el lugar era tierra de nadie, una vez encontrada la oficina de aduana, el funcionario, que tenía buenas intenciones, pero desconocía su trabajo, no entendía que el Título del vehículo en España se llama Permiso de Circulación, por lo que nos tuvo casi una hora en su ventanilla, con nosotros intentando explicarle mientras todos los “locos del pueblo” del lugar nos rodeaban, pedían limosnas y gritaban a nuestro alrededor. 

Una vez que pagamos U$S35 y terminados los trámites en Honduras, intentamos recorrer lo antes posible los 136km que nos separaban de la otra frontera, esta vez con Nicaragua. No nos quedamos en Honduras, ya que no teníamos buenas referencias del país, catalogado como uno de los más peligrosos del mundo, tampoco tiene atractivos demasiado interesantes y todos los que encontramos viajando habían hecho lo mismo, cruzarlo de día lo antes posible. Y no fue mala idea, las carreteras están en pésimo estado, y la gente del lugar, espera con palas cerca de los baches para abalanzarse sobre los coches pidiendo dinero. Lo hacen tirando tierra sobre la carretera, simulando nuevos baches, o simulando haber tapado alguno, el dinero sería como pago por el “servicio público” brindado. En muchos casos eran niños muy pequeños, que sin noción del peligro se acercaban hasta casi tocarnos a Furgo, y eso que no nos deteníamos, aunque sí bajábamos la velocidad.



Cruzamos otra vez la frontera caótica de Honduras y menos mal, porque ya estábamos cansados, la de Nicaragua funcionaba algo mejor, eso sí, el costo de los trámites es altísimo, U$S12 cada uno por sellar el pasaporte, en realidad es algo menos, pero siempre se redondea, ya que no dan cambio. También pagamos U$S12 por el seguro obligatorio y U$S5 por fumigar el vehículo, aparte de otro impuesto más de unos pocos dólares por un formulario sin sentido.

 



Liberados de todos los pasos fronterizos, ya en Nicaragua, esquivando baches nos dirigimos hasta la primera ciudad importante después de la frontera, Chinandega. Ésta es una pequeña pero bulliciosa ciudad llena de triciclos y bicicletas, de gente amable y pasado colonial, también es la ciudad materna del poeta Rubén Darío. Nos estacionamos cerca del cuartel de policía, paseamos y descansamos por el centro y su plaza central, de la cual estábamos a unos pocos metros y pasamos un buen rato charlando con unos chicos que, intrigados por vernos, se acercaron para ver qué hacíamos. 









Al otro día recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban de León, una ciudad monumental, otra de las joyas de la ruta Colonial centroamericana, recorrimos a pie el centro histórico y su mercado con un calor húmedo realmente agobiante. 









Decidimos que mejor estaríamos cerca del mar, y a pocos kilómetros de la ciudad están las playas de Poneloya y Las Peñitas. Estas playas son muy típicas del Pacífico, muy abiertas, arena negra y olas grandes. Después de quedar con la policía para que nos dejen quedarnos cerca, comimos en un restaurante bastante decadente de por allí y nos quedamos a pasar la tarde en la playa, hasta que, justo después de la puesta del sol, por cierto, preciosa, una tormenta de esas que nos persiguen a menudo, nos mantuvo dentro de Furgo por un buen rato, cuando calmó, nos instalamos en el patio del cuartel para pasar la noche.




Nos despedimos de nuestros anfitriones, que nos dejaron su patio, baño y comodidades y nos dirigimos hacia la capital turística Nicaragüense por excelencia, Granada, que también pertenece a la ruta Colonial y de los Volcanes. Antes nos detuvimos en Laguna de Apoyo, una laguna formada en el cráter de un volcán, y llegamos a la entrada del parque nacional del Volcán Mombacho, a unos 10km de Granada y al cual nos dijeron que teníamos que ir por la mañana temprano ya que se sube con un vehículo especial y se necesitan guías para los senderos cercanos a la cima. 





La ciudad de Granada fue fundada en 1524, fue una de las primeras fundadas en el hemisferio Oeste y es preciosa, está ubicada a orillas del Gran Lago de Nicaragua o Cocibolca, aunque éste, en cambio de sumar, le resta atractivo, ya que es muy sucio, con oleaje y su malecón es una de las partes peligrosas de la ciudad, y para entrar en la parte buena del lugar hay que pagar. Definitivamente la ciudad no necesita ese lago, su atractivo está en sus calles, edificios e iglesias. Estuvimos bastante tiempo en la biblioteca charlando con los encargados, gente de lo más agradable. También presenciamos la Fiesta del Maíz, gran celebración con bailes y vestidos típicos, música y mucho color. A la tardecita, en el ex convento de San Francisco, daban un ciclo de cine latinoamericano, y vimos una película mexicana. Fue una lástima que los únicos que asistimos al lugar éramos 4 extranjeros, aunque por supuesto que disfrutamos de la proyección. Por la noche nos dijeron que podíamos quedarnos frente al Convento de San Francisco, era tranquilo y había un guardia toda la noche, también teníamos conexión de wifi. Justo antes de irnos a dormir comenzaron a aparecer “cuidacoches” (que realmente daban miedo) diciendo que el guarda no nos cuidaría y que les paguemos por seguridad. Le preguntamos al guarda y con cara de asustado balbuceó unas excusas, ya que no quería involucrarse en conflictos. En un minuto ya estábamos con Furgo en marcha y rumbo a la plaza central, frente al ayuntamiento, donde aunque no era tranquilo por los ruidos, al menos era seguro.










 



Queremos destacar que en Nicaragua, da la impresión de que no hace mucho que hay turismo de masa, por lo que la gente y el gobierno creen que todos los extranjeros tienen mucho dinero, dan los precios de las cosas y servicios en dólares y, para no quedarse cortos en múltiplos de 5 y a precios europeos.



A la mañana siguiente, algo mal dormidos pasamos nuevamente para hacer la excursión del volcán Mombacho, pero querían cobrarnos por todo, el transporte, más los guías, más las entradas, más los derechos para los senderos, todo en dólares y carísimo, por lo que descartamos la idea considerando que ya habíamos visitado otros volcanes y seguimos hacia San Juan Del Sur, ya cerca de la frontera con Costa Rica, un lugar con playas que todos dicen, y comprobamos son muy bonitas. Este pueblo es uno de los primeros que vemos por aquí que tienen la forma típica de un pueblo de playa, no es nada grande, tiene un pequeño paseo marítimo con bares y hotelitos al frente el mar, una gran playa en forma de herradura y unas cuantas manzanas más donde se ven turistas y locales deambulando relajadamente, aparte del mercado donde fuimos a comer barato los dos días que estuvimos. La policía nos dio permiso para quedarnos en el predio de su cuartel, por lo que aprovechamos y nos fuimos a ver otras playas retiradas del pueblo, el camino sin asfaltar estaba en muy mala condición debido a la temporada de lluvias, y pusimos a prueba a Furgo en versión todo terreno. Al llegar a la playa mas aislada, Majagual, estábamos solos, hasta que vimos a un grupo de hombres que al vernos se dirigieron hacia nosotros, automáticamente dimos media vuelta, subimos y nos fuimos de allí hacia otra playa más cercana y civilizada, Marsella, donde estuvimos un buen rato, y nos sorprendimos con un cocodrilo bastante grande que venía a comer los deshechos de un restaurante sobre una laguna al lado de la playa, como si de un perro vagabundo se tratara (de hecho, se llamaba Paco).






Por la tarde Malén aprovechó que había un quiropráctico en el pueblo y se hizo una buena puesta a punto y por muy buen precio.
Dormimos muy tranquilos, aunque con mucho calor, por la mañana siguiente hicimos compras, Pablo también visitó al quiropráctico, y comenzamos con las gestiones para el futuro embarque de Furgo para cruzar el Tapón de Darién, desde Panamá hasta Colombia. Luego fuimos a la playa y más tarde en el predio de la policía, que comparten con los bomberos y el ayuntamiento, hicimos una reparación menor que consistió en ajustar y lubricar los rodamientos de las ruedas delanteras, que tenían algo de juego. Lo hicimos con ayuda del mecánico del ayuntamiento quien se ofreció muy gentilmente y nos prestó las herramientas y su asesoramiento. Por la noche dormimos más frescos y temprano a la mañana partimos hacia Costa Rica, a unos 40km de donde estábamos.

El paso de frontera ésta vez fue mas tranquilo, aunque del lado Nicaragüense otra vez nos cobraron por los trámites de salida e hicieron lo posible para redondearnos el precio (cosa que esta vez no permitimos), y tuvimos que buscar a 4 funcionarios distintos perdidos entre toda la gente para que nos revisen y sellen los papeles de salida de furgo, algo así como los juegos de Buscando a Wally.

Del lado Costarricense, las cosas están más organizadas, aunque nos estafaron con una fotocopia. De todas maneras, los trámites son gratuitos y los funcionarios profesionales, aunque también entretenidos con sus móviles. Pagamos U$S33 por el seguro obligatorio y, para que nos lo sellen, esperamos 20 minutos a que los encargados (que se llamaban unos a otros eufóricos) terminen su “café con empanadas”, claro, luego las caras malas las recibimos nosotros por osar molestar tan sacra actividad...



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