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domingo, 22 de septiembre de 2013

14 – En México (La otra California y hacia el Golfo)


Del 10 al 17 de Setiembre, 2013 

Decíamos en el título del anterior post “Las Californias”, y se debe a que esta región, antes toda mexicana y ahora separada por una muralla, se comparte en el norte por la California de Estados Unidos y en el sur por los estados de Baja California y Baja California Sur, en México y que comprende la península que corre paralela a la costa del Pacífico por más de 1500km.
Sin ningún tipo de control de salida ni nada parecido en el lado de USA, llegamos al puesto fronterizo mexicano de Tijuana, que está totalmente modernizado, nos recibieron muy amablemente, nos explicaron los trámites y en breves momentos estábamos circunvalando la ciudad de Tijuana, donde vimos como del lado mexicano de la muralla se apelotonan cientos de personas en improvisados y miserables campamentos en busca, nos imaginamos, de poder algún día acceder a un futuro mejor en “la tierra de las oportunidades” del primer mundo. Como se pueden imaginar, el contraste es impresionante. 




Justo después de la frontera empieza una autopista de peaje hacia las playas de Baja California. Por ellas nos dirigimos hasta Ensenada, una ciudad pequeña con una playas muy extensas y bonitas. En información al turista nos atendieron muy bien y nos dijeron que podíamos dormir en el estacionamiento de la playa, así que allí fuimos. El lugar, al caer el sol, es el punto de encuentro de los locales que se llegan en sus coches a tomar cerveza, escuchar música a todo volumen en sus autos o a contratar por unos pesos a los músicos que pululan por el lugar. Allí charlamos un buen rato con unos jóvenes (Quique, Daniel y sus novias) que comparaban a Pablo con Gustavo Cerati y nos interiorizamos de la vida de los lugareños. A eso de medianoche tres patrulleros con sirenas y luces, siguiendo un ritual diario, echaron a toda la gente del estacionamiento. Nosotros les dijimos que estábamos allí para pasar la noche y que nos habían recomendado desde información, así que hicieron una excepción, nos dejaron y estuvieron patrullando toda la noche alrededor nuestro, por lo que dormimos muy seguros.




Salimos por la mañana hacia el sur, para empezar a acortar los casi 1400km que nos separaban de La Paz, ciudad donde nos embarcaríamos en el ferry hacia el continente (si se puede llamar así). El paisaje va variando de árido a valles con mucha producción agropecuaria, especialmente verduras y hortalizas, viñedos y maiz. En ciertas partes hay bosques de cactus de varios tipos, algunos nos resultaron muy curiosos debido a sus formas extrañas para nosotros. Pasamos varios pueblos que se extienden desordenadamente a lo largo de la carretera y al atardecer nos paramos en Cataviñas, un pueblito minúsculo, donde preguntamos a un vecino que nos dijo que podíamos quedarnos en un terreno donde estaban construyendo una iglesia. 


 




El lugar era magnífico, el cielo muy claro y el pueblo muy tranquilo.
Siguiendo al sur la carretera va zigzagueando de oeste a este, así que después de cruzar el desierto central de la península y de varios controles del ejército donde nos revisaban a Furgo (siempre de forma respetuosa y amable), llegamos a la costa este a Guerrero Negro, ya en Baja California Sur. Intentamos hacer un trámite restante para la importación temporal de Furgo, ya que como Baja California es de libre importación, hay que hacer el trámite antes de entrar al continente, nos informaron que lo haríamos antes de cruzar y continuamos hacia el sur otra vez. Nos detuvimos a comer en un pueblo a orillas de mar y más tarde paramos en una playa paradisíaca llamada Santispac, donde descansamos y nos dimos un buen baño. 











Llegamos bastante oscuro a Loreto, que en su tiempo fue la capital de “todas” las Californias, incluida la de USA. Es una ciudad colonial pequeña, muy bonita con edificios públicos, plazas y un malecón (paseo marítimo) muy cuidados. Dormimos otra vez frente al mar, al frente del cuartel de la Armada mexicana, otra vez bien custodiados y con un paisaje privilegiado de vistas al mar. Al mediodía del día siguiente llegábamos a La Paz, hicimos nuestro trámite y nos enteramos que estaba por salir un ferry de una compañía económica que desconocíamos hacia Mazatlán, así que alistamos todo enseguida, pasamos aduanas, donde Pablo al presionar el botón le salió rojo (revisión completa), nos hicieron quitar todo el equipaje para comprobar que no llevábamos nada “declarable”, y nos embarcamos en el “ferry-carguero” hacia Mazatlán. 

 
Este ferry “de los camioneros” fue toda una experiencia, ya que acostumbrados a viajar con los estándares de seguridad europeos, nos resultó divertida la vida abordo. La sala de butacas (recicladas de alguna vieja aerolínea) era a su vez un dormitorio improvisado donde el que llegaba primero elegía una fila donde tirar su colchoneta. 

 






El comedor donde servían la comida (por cierto, incluida en el precio) parecía un bar de barrio bajo, cumbia a tope, mesas compartidas y caras recias. El que las servía parecía un cocinero carcelario sacado de alguna película. Cuando les preguntamos si podíamos dormir con Furgo, nos dijeron: por supuesto!! Claro, impensable en Europa, pero absolutamente normal allí, igual que fumar o dejar el camión en marcha para dormir con el aire acondicionado. Así y todo, aunque salió una hora mas tarde, llegó unas dos horas antes de lo previsto (para que tengan en cuenta las compañías españolas...) En total fueron unas 17hs. y media de travesía con un calor húmedo bastante agobiante.

 



Por la mañana justo después de llegar y antes de seguir camino hacia el sur, visitamos rápidamente Mazatlán, en el estado de Sinaloa, y disfrutamos de su playa y sus aguas. 













Hicimos unas compras en un supermercado de las afueras y seguimos por la carretera de peaje. Cabe comentar que las carreteras principales de México son de “cuota” (peaje) o “libres” (gratuitas). El costo de los peajes es altísimo, incluso aún más que las autopistas españolas, portuguesas o francesas (hablando en Euro), y sin embargo la calidad del servicio deja bastante que desear, aunque ofrecen seguro por accidentes, servicio médico, grúa y servicio mecánico, el estado del asfalto es regular o malo en muchos casos. Entonces, por qué convienen las carreteras de pago?, por la seguridad y por el tiempo. Las carreteras libres tienen menos vigilancia policial, aparte de pasar por todos los pueblos, tener mantenimiento nulo, y haber una diferencia de tiempos de prácticamente el doble a destino. De todas maneras lo comprobamos a tramos, quizás recorrerlas es interesante si se tiene mucho tiempo pero corríamos el riesgo de causar algún daño grande a Furgo además de no querernos exponer demasiado por las carreteras del estado de Sinaloa. Llegamos por la tarde a Ixtlán del Río, en el estado de Nayarit, límite con Jalisco. 


En el pueblo se vivía el ambiente festivo del fin de semana antes del día de la independencia. Luces, mucha gente, feria, puestos callejeros por todos lados y todos contentos. Nos relajamos en la plaza del pueblo mirando la gente pasar y luego nos fuimos a dormir a una Pemex, una estación de servicio de la única compañía petrolera que opera en el país, tiene precios uniformes en todo el territorio y en general dan buen servicio. En nuestro caso, después de repostar combustible les pedimos si nos dejaban quedar allí, ya que están abiertas 24hs y vigiladas y, como después veríamos en muchas más ocasiones, aunque un poco ruidosas, es una buena opción para pasar la noche de forma segura. 



Al día siguiente, pasamos por el estado de Jalisco y la ciudad de Tequila, entre campos sembrados con Ágave (una especie de planta de Aloe Vera muy grande de la que se extrae un azúcar o jarabe con el que se hace el tequila). Al mediodía visitamos Guadalajara, justo en el día del grito de independencia, todo el casco antiguo estaba cercado por la policía y revisaban a cada persona que accedía. Nos resultó una ciudad interesante, siguiendo el estilo de otras grandes ciudades coloniales latinas. Una plaza central muy grande con edificios antiguos y grandes iglesias. No pudimos apreciarla en todo su esplendor debido a la constante lluvia. 




Después de un par de horas seguimos siempre por la carretera de cuota hacia el este, en dirección a Veracruz, en el Golfo de México. Paramos a dormir en otra Pemex en Atlacomulco, justo antes de donde empieza el “Arco Norte”, una nueva carretera que rodea a la ciudad de Mexico DF por el norte y que fue inaugurada este año. No quisimos entrar en Mexico DF porque sabíamos que el tráfico sería un caos y no queríamos exponernos y por equivocación caer en algún barrio peligroso, mas allá del stress de conducir y encontrar un lugar para estacionar. 



En seguida después de Atlacomulco, está la ciudad de Tula, donde entramos para visitar una zona arqueológica con pirámides, restos de palacios, los “Atlantes”, que son estatuas representando a guerreros de unos 4,5mts de altura, otrora columnas del templo sobre la pirámide, y dos campos de juego de pelota. Llegamos bastante temprano por lo que pudimos disfrutar de las ruinas en relativa soledad. 



 En el mismo día nos dió tiempo de llegar a Teotihucán, al este de México DF y visitar uno de los complejos arqueológicos más famosos del país, que incluyen las gigantescas pirámides del sol y de la luna, mas allá de palacios, otras pirámides menores y templos. Si bien el tiempo no acompañaba demasiado, el lugar es impresionante y es difícil imaginarse lo que habrá sido en su apogeo. Caben destacar dos cosas, los que las construyeron no eran ni Aztecas ni Mayas, ni Toltecas ni Mexicalis, eran Teotihuacanos. Y la ciudad ya había sido abandonada varios cientos de años antes de la llegada de los Españoles, al igual que la de Tula. 





Ya bien entrada la tarde seguimos hacia Veracruz, sabiendo que sería bastante difícil llegar a un horario razonable. Después de rodear Puebla, ciudad muy industrial por lo que apreciamos, preguntamos en una caseta de peaje sobre un pueblo que vimos y no nos recomendaron quedarnos allí, por lo que decidimos seguir un poco más y parar cerca de Orizaba. Unos 30km. Antes de llegar, la carretera empieza un descenso muy pronunciado y sinuoso desde unos 2500mts hacia un valle casi a nivel del mar. Si bien ya era de noche, la carretera estaba muy bien marcada, por lo que no tuvimos incovenientes. Paramos en otra Pemex en el pueblo de Maltrata donde dormimos y a media mañana del día siguiente ya nos encontrábamos en el puerto de Veracruz, habiendo terminado nuestro cruce desde el Pacífico hasta el Atlántico, en el Golfo de Mexico. 



2 comentarios:

  1. os vais a poner hasta el gorro de tacos, burritos, chimichurris..... que envidiaaaaa!!!!! Cuando llegueis mas cerca de mi hermana, teneis que probar los elotes de maiz tiernos con un poquito de crema...es mas... me harias muy feliz si te hicieras una foto comiendo con mi hermana...ji ji... por cierto, se me olvidaba una sola cosilla que hace tiempo que no te digo pablo: ROCABILLYYYYYYYYYY!!!!1

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    1. Mónicaaa!, gracias por la ayuda y el buen rollito! no te preocupes, ya estamos familiarizándonos muy bien con la cocina centroamericana! Esperamos encontrarnos con tu hermana y si es así, nos sacaremos una foto comiendo juntos, así te damos aún más envidia (...pero de la buena!)

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