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lunes, 29 de julio de 2013

6 - Hacia el norte



Dejamos Boston el 23 de Julio por la mañana y nos dirigimos hacia el norte por la I-95, la autopista interestatal gigante y supertransitada por camiones monstruosos que une la costa este de Estados Unidos desde Florida hasta Canadá. Nuestro primer destino fue una zona comercial de la ciudad de Manchester (New Hampshire) para aprovisionarnos de comida, comprar un depósito extra de gas oil, averiguar si nuestro seguro servía para Canadá y comprar una tarjeta SIM americana para nuestro teléfono móvil, que resultó que no servía, por lo que al final compramos otro muy simple que nos sirva para hablar y enviar mensajes.



Ya estábamos con nuestro viaje a pleno y librados a nuestra propia suerte. Decidimos que dormiríamos en el parque estatal de White Mountains cerca de un pueblo llamado Twin Mountains (siempre en el estado de New Hampshire). Habíamos buscado sitios para acampar gratis en internet y este estaba sugerido (www.freecampsites.net). En Estados Unidos es bastante difícil encontrar sitios públicos o estacionamientos donde pernoctar, ya que la mayoría de los lugares son privados, incluso sobre las playas o lagos, o bien si la policía nos encuentra igual podríamos tener algún problema. Luego de preguntar un poco descubrimos que el sitio estaba en un bosque virgen donde habían hecho pequeños huecos para acampar, bien señalizados y con claras instrucciones de no arrojar basura, cómo hacer fuego..., etc. y ubicados unos 200 a 300 mts. unos de otros. Después de venir visitando grandes urbes como New York, Boston, etc. poder dormir en medio de un bosque virgen, completamente solos y con instrucciones de no dejar comida al alcance de los osos, fue una experiencia muy buena. El clima había refrescado, ya que había estado lloviendo durante el día, por lo demás, mosquitos incluidos, todo muy bien.



A la mañana siguiente, lluvia mediante, recorrimos parte del parque, sus pueblos y lagos. Al mediodía partimos con destino el estado de Maine, para poder cruzar el día siguiente a Canadá.
Nos gustó mucho Maine, que por cierto habíamos leído bastantes historias contadas por Stephen King sucedidas por allí. El estado tiene un poco de todo lo que vemos en películas, muchos bosques, carreteras pequeñas, pueblos encantadores y, como viene siendo una constante mucho espíritu patriótico, banderas por todos lados, monumentos a veteranos de guerra y mucho orgullo americano. Cuando ya se nos estaba por hacer tarde, y después de preguntar donde podíamos parar a dormir (todos nos decían, y aún nos siguen diciendo “ vayan al aparcamiento del Wal Mart”) alguien nos dio la idea de un pequeño sitio en un bosque junto a un lago. Después de recorrer unos 20km por un camino de piedra sin encontrar nada y ya con la noche encima, sin querer cogimos un camino que terminaba en una casa, al vernos en el patio, la señora de la casa salió a recibirnos, le contamos quienes éramos y que buscábamos y nos dijo: ah! Porqué no se quedan aquí en el patio de casa! Otra vez la solidaridad americana, nosotros le dijimos que si encontrábamos el sitio no importaba, así que la señora sacó su coche y nos acompañó ella misma, pero antes nos dio una bolsa con blueberries que cosechó en su casa. Buenísimas, se las comió todas Malén! 




Dormimos otra vez en la naturaleza, al lado del lago llamado “Concord Pond”. Por la mañana seguimos con destino a la frontera, paramos en la biblioteca de un pueblo para conectarnos a internet y por la tarde cruzamos por Calais (Maine, USA) al estado de New Brunswick en Canadá.










Como ya era bastante tarde nos paramos en un pueblecito de la costa cerca de Saint John donde había un camping provincial donde pagamos para dormir, pero también estuvimos muy a gusto al lado de una playa con una amplitud de marea muy grande y donde Pablo no más llegar atrapó una langosta, que devolvimos al agua. Llovió toda la noche y al día siguiente, desayunamos en una cadena de cafeterías muy famosa en
Canadá que se llama Tim Hortons con unos vales gentileza de nuestros amigos canadienses Maria y Michael que nos habían visitado en Mallorca unos meses antes. Desde allí conseguimos un anfitrión de Couchsurfing para la Isla del Príncipe Eduardo a la que llegaríamos bastante tarde después de recorrer los parques y paisajes de New Brunswick.



Las distancias en Canadá son enormes y aún no nos hacemos una idea exacta mirando sólo los mapas. Al final y con la lluvia como constante, cruzamos el Puente de la Confederación, de más de 14km de largo, y llegamos a Charlottetown en la Isla del Príncipe Eduardo, quizá el punto más al norte en nuestro viaje. 


viernes, 26 de julio de 2013

5 - Los tres en la carretera!




Con el lagarto mascota de nuestra compañia aseguradora

Después de retirar a Furgo del puerto, nos despedimos de Baltimore con destino nuevamente a New Jersey, pero antes dedicamos algunas horas a visitar Washington DC, y especialmente el museo Smithsoniano de Aire y Espacio (que, por cierto, es increíble).












Ya de vuelta en Hamilton, en casa de Lori & Jeffrey, nos volvieron a recibir estupendamente, el saxo estaba listo para ser retirado, tuvimos tiempo de descansar y nos prepararon una fiesta en una piscina de unos amigos (langosta incluida!).





Desde Hamilton también tuvimos tiempo de tomarnos un tren y hacer una visita de un día a New York, donde visitamos casi todo Manhattan, Chinatown, el nuevo World Trade Center, Harlem y nos tomamos el ferry a Staten Island. El clima de estos días era de un calor agobiante, pero igual 
caminamos todo el día y nos lo pasamos genial.








A la mañana del viernes 19 de Julio, salimos rumbo norte hacia Quincy, a pocos kilómetros de Boston, donde nos esperaba nuestro gran amigo Lucas.
Con él visitamos Boston, y ya a la tardecita nos relajamos con unos conciertos gratuitos en el centro de la ciudad con Taj Mahal y The Blind Boys Of Alabama, ambos legendarios grupos de blues, gospel y country.





Lucas también nos llevó a Newport en el estado de Rhode Island, lugar de mansiones impresionantes y a Cape Cod, una península al sur de Boston con playas magníficas y Provincetown, pueblo de artistas y paraíso de gays y lesbianas.



Todos los sitios fueron preciosos y lo pasamos muy bien con nuestro anfitrión y papá adoptivo Lucas que se preocupa y nos cuida con verdadera vocación de amigo. Por él también tenemos un adaptador de enchufes americano, accesorios para Furgo, etc. Ah, y nos conseguimos un número de móvil americano para mantenernos en contacto con él, ya que quiere que nos comuniquemos y lo llamemos tanto si todo va bien como si nos pasa algo.
Lucas fue (y es) parte muy importante en la planificación, gestión y resolución del inicio de nuestro viaje. Gracias Lucas!! Gracias Amigazo!!!!!!!


Malén desfilando en la pasarela de una playa de Cape Cod

viernes, 19 de julio de 2013

4 – Ya estamos en los Estados Unidos




En los Estados Unidos todo es grande, los coches, las calles, los supermercados, las casas y la gente, y no porque son grandes de cuerpo (que también los hay), si no grandes de corazón, de simpatía, solidaridad, generosidad y muchas cosas más.

New Jersey, Lori y Jeffrey.


Luego de nuestra llegada al aeropuerto JFK de New York, nos dirigimos a Hamilton, una zona residencial en el estado de New Jersey, a unos 80km, donde nos esperaban Lori y Jeffrey, nuestros anfitriones de Couchsurfing con los que habíamos contactado poco antes. Ellos, sin conocernos de nada, sólo de haber leido nuestro perfil, nos recibieron con su casa y su corazón abiertos de par en par, nos trataron como a miembros de su familia más cercana y nos hicieron sentir como en nuestra casa. Nos llevaron por todos lados, nos divertimos muchísimo juntos y nos ayudaron con nuestros interminables trámites para conseguir un seguro para Furgo.
Al día siguiente de llegar prepararon un ensayo para tocar juntos un poco de jazz, pero el saxo de Pablo se rompió durante el viaje, por lo que no pudimos hacerlo, eso sí, todos enseguida se preocuparon y nos contactaron con un luthier que también nos hizo un hueco en su agenda para ocuparse de él y tenerlo justo a tiempo, ah! Y a un precio más que razonable.

Cuando nos avisaron del puerto que Furgo estaba lista para ser retirada, nos llevaron a Philadelphia, donde pasamos unas horas visitando el centro de la ciudad y tomamos un bus Greyhound hacia Baltimore (comprando online son super baratos y el servicio es bueno).

Baltimore: con Brendan

En la estación de buses nos estaba esperando Brendan, nuestro anfitrión de Baltimore, quien también de la misma manera, nos recibió estupendamente.
El domingo por la tarde, después de visitar la zona del puerto, y comer juntos nos pusimos nuevamente a buscar una póliza de seguro para Furgo por internet y teléfono. (los call centers aquí trabajan 24/7). Otra vez nos encontramos con un no tras otro, el asunto era que primero no teníamos un domicilio fijo en USA, o que no querían asegurarnos un vehículo con matrícula extranjera y muchas otras combinaciones posibles. Todos fueron amables y nos recomendaban una u otra compañía de seguros pero no llegábamos a nada positivo. Brendan estuvo en todo momento con nosotros ayudándonos con las llamadas y averiguaciones.

Llegó el lunes, y teníamos que recoger a Furgo. Por la mañana temprano nos pusimos a caminar buscando una oficina de seguros, encontramos una que acababa de abrir pero lamentablemente no hacían seguros para no residentes del estado. Eso sí, el encargado nos dijo que nos iba a ayudar de todas maneras, ya que a él no le gustaría estar en nuestra situación y que se ponía en nuestro lugar, por lo que llamó a la compañía de seguros de la competencia, nos presentó y nos dejó su oficina personal a nuestra disposición durante alrededor de una hora para que hiciésemos nuestros trámites.

Al final logramos conseguir la póliza. Con la ayuda de buena gente, hay pocos problemas que no se solucionen. La solidaridad de la gente nos deja siempre un mejor recuerdo que un mal trámite o que un inconveniente a resolver, de eso se trata nuestro viaje, vivir aventuras, resolver situaciones y encontrarnos con esa gente, que mas allá de banderas y creencias hacen una mejor humanidad.

En Jersey Shore, New Jersey


sábado, 13 de julio de 2013

3 - Los pesados de la fila 27



...o como demorar un vuelo inter continental de Air Berlin por casi media hora.

Los alemanes son eficientes, y estrictos. Por eso, en nuestra escala en Düsseldorf y cuando estábamos a punto de embarcar en el último puesto donde entregaríamos la tarjeta de embarque, la chica que lo hacía nos pregunta:

- Me muestran por favor el pasaje de regreso? 

A lo que nosotros con toda la seguridad del mundo respondemos:

- No tenemos, abandonaremos Estados Unidos por tierra, en nuestro propio vehículo.

La chica, que era eficiente en su trabajo, cambia su cara de sonrisa de aerolínea por la de “hoy le voy a joder la vida a alguien” y nos dice:

- Si no hay pasaje de vuelta no pueden subir al avíón.

Resumiendo: después de más de media hora de discusión, de mostrarle toda la documentación nuestra, de nuestra furgo, de la compañía naviera, después de que nos pidieran hasta una visa en Argentina, que me pidieran mi pasaporte argentino y de que lo revisaran, y chequearan y volvieran a revisar, y llamadas por teléfono y nosotros pedirles de hablar con un superior, y de que les explicáramos como si fuesen tontos y de que se ofendieran, su posición no había variado en absoluto: no pasarán! Le pedimos una solución ya en un estado de impotencia que no podíamos entender y, como era eficiente nos la da: tendríamos que comprar pasajes de salida de Estados Unidos, que nos costarían la módica suma de 1653€ cada uno, o sea más de 3200€; pero eso sí, eran pasajes que se podían devolver así que cuando pasásemos la frontera y los controles iríamos a las oficinas o con una simple llamada cancelaríamos los billetes y todos contentos.
Como no nos quedaba otra opción, aceptamos, y después de varios intentos de tarjetas que no funcionaban lo conseguimos, nos dieron un papel escrito en código que era nuestro pasaje de salida, sin saber destino ni fecha.

Subimos corriendo al avión, una vez en el aire y todavía sin poder creer lo surrealista de la situación, ya que habíamos planeado nuestro viaje por meses y se nos había pasado el pequeño detalle de los vuelos de vuelta, el personal de vuelo se nos acercó a preguntar que nos había pasado y a tratar de descifrar el jeroglífico del papelito en clave: después de un buen rato, Pablo descubre que el vuelo era desde New York a Ezeiza unas pocas horas después de nuestra llegada. O sea ahora teníamos otro problema: si nos preguntaban en los controles nuestra fecha de salida y les decíamos la verdad, que pensábamos estar unos 2 meses, no se correspondería con los datos de nuestro pasaje, y si decíamos que estaríamos unas pocas horas, nos pondrían un sello de entrada válido para tránsito, que generalmente son de 24 o 48hs. El vuelo muy bien, buena comida, buena atención, buenos baños (nuestro sistema nervioso parasimpático nos hacía visitarlo bastante a menudo). Pero nosotros bastante preocupados, planeando estrategias de interrogatorio y todo eso. Ya en tierra mientras esperábamos en la interminable cola de los controles de entrada, nuestros corazones golpeaban como timbales y en nuestros oídos la música de la película “Expreso de Medianoche” sonaba a todo volumen. 

Algo tenía que salir bien: El funcionario de control era eficiente, y amable, y latino, y nos preguntó sobre si debía dirigirse a nosotros en castellano o italiano, estoy seguro de que Malén estuvo a punto de contestar: En catalá per favor!!!! pero se contuvo,  eso sí, aprovechamos la ocasión para promocionar las maravillas de la isla, pusimos nuestros 10 dedos en el escáner, nos sacaron una bonita foto carnet y no nos preguntó nada más, nos despidió muy amablemente y salimos en busca de nuestro equipaje con una sonrisa nerviosa contenida entre nuestros tintineantes dientes.




Sí, al final estábamos en los Estados Unidos De Norteamérica, tierra de libertad y de oportunidades, donde todos cumplen su sueño...eso sí, siempre demostrando antes de que no se es un criminal peligrosísimo dispuesto a perturbar la paz y seguridad de su nación.

 Lo que sigue vendrá en un post que escribiremos en un par de días. Antes de terminar quisiéramos agradecer a todas las personas que nos dieron información, o que nos ayudaron a planificar, o que nos dieron ideas y consejos, estoy seguro de que alguno se nos olvidará, por favor sepa disculpar!
A Veronique por su apoyo legal, a Mónica por sus contactos y rutas, a María & Michael por todos los mapas, información y guías, a Mabel, Brando (y sus amigos) y  a Lucas por ofrecernos sus casas, direcciones y logística en USA, a nuestros anfitriones de Couchsurfing (ya hablaremos de ellos en nuestro siguiente post), a nuestra familia por el apoyo incondicional, a Guillermo, a Cristhian, y a todos los que creen en nosotros, gracias.